Es una especialidad difícil y poco reconocida. Los
intensivistas son el eslabón clave en el tratamiento del paciente crítico. Sin
embargo, tienen guardias de 24 horas sin pausa y cobran mal. Reconocer su tarea y aprovechar lo que saben es una batalla
que ayuda a la sociedad toda.
La sociedad actual, que funciona 24 horas al día, obliga a
las organizaciones -y, en consecuencia, a sus empleados- a someterse a horarios
de trabajo que van en contra del ritmo natural de la vida de las personas. En
el sector salud, donde estos turnos de trabajo son muy prolongados o
irregulares, estos ritmos y hábitos afectan seriamente tanto la salud como la
vida del trabajador.
La situación que se observa en muchas empresas, entre las
que destaca el sector sanitario (y en especial en los grupos de médicos y
enfermeras), trae consigo consecuencias negativas a distintos niveles: afecta
la productividad, deteriora la atención al paciente, provoca aumento del ausentismo
y, quizá lo más delicado, tiene efectos sobre el bienestar de los trabajadores,
donde se evidencia cada vez con mayor prevalencia la aparición del Síndrome de
Burnout.
Desde 1994 ya hay reportes que alumbran que los médicos
jóvenes (residentes) trabajan 36 o 48 horas con períodos cortos de descanso que
podrían llevar a la fatiga. Esto lleva a que las interrupciones crónicas del
ritmo circadiano estén asociadas a un mayor riesgos de desórdenes de
sueño-vigilia, problemas gastrointestinales y cardiovasculares.
Todos las especialidades críticas están siendo el gran
problema del sistema de salud a nivel global, donde la cantidad de vacantes
para la formación sigue creciendo
Según relevamientos, alrededor del 50% de esas vacantes no
son ocupadas por las condiciones laborales de contratación, además de la gran
carga horaria que tienen los médicos, las enfermedades y técnicos de la salud.
Los rigores a los que se enfrentan los médicos en formación
en terapia intensiva es una historia conocida: gran cantidad de horas en su
formación, además de la carga asistencial durante las guardias, una tarea que
suma dosis de estrés enormes. Luego, la exigencia no cesa, porque, salvo
excepciones, la historia del médico especialista en terapia intensiva se
repite: en su gran mayoría, realizan guardias en la terapia intensiva durante
24 horas seguidas, con carga horaria extra en otros trabajos, en cursos,
jornadas y/o posgrados, claves en su formación profesional. Sólo algunos que
logran ser médicos de planta con seguimiento horizontal de los pacientes,
coordinadores o jefes de servicio tienen rutinas algo más aliviadas.
Es fundamental reflexionar sobre el tema y promover cambios.
El sistema de salud debe revisar el trabajo de 24 horas en las guardias. En
esas “jornadas” no hay un descanso adecuado de los profesionales, sobre todo en
el caso de los médicos de terapia intensiva, donde las pausas pueden ser nulas
o muy escasas dependiendo de la complejidad de los pacientes que se asisten.
¿Es conocido este problema? No, no lo suficiente. Y se ve a
diario en la práctica, ya que se jerarquiza tal vez al acto quirúrgico, que
puede ser complejo o no, como el mayor estrés que debe atravesar un
profesional, sin considerar, por ejemplo, todo lo que pone en juego el
“Personal de Terapia Intensiva” cuando interviene en aquellos pacientes que
requieren reanimación en forma urgente.
Los intensivistas son el eslabón más importante en
situaciones límites. Sin embargo, pocos o nadie, en general, conocen su tarea
Para ponerla en valor, para reconocer y mejorar el valor de
esta especialidad, empecemos por aclarar qué somos: en la Argentina, los
médicos/as especialistas en Terapia Intensiva o “intensivistas”, son los que
fueron formados y entrenados para dirigir el cuidado y el tratamiento de los
pacientes más gravemente enfermos, o que han sufrido grandes traumatismos o
accidentes, sean adultos o niños.
Los médicos intensivistas se encuentran a cargo,
mayoritariamente, de las terapias intensivas, y su objetivo es asegurar el
cuidado de máxima calidad en los pacientes que presentan enfermedades que
amenazan sus vidas.
Cuando un paciente ingresa a terapia intensiva es manejado
por un equipo experto en Terapia Intensiva, conformado esencialmente por los
médicos/as intensivistas y los enfermeros/as; juntos, son quienes poseen la
visión más completa y actualizada del paciente.
Los médicos intensivistas, a cargo de un paciente, además
tienen una formación global para poder tratar patologías críticas y para poder
interacturar con otros profesionales o equipos que son los que derivan al
paciente a la UTI. También pueden trabajar en equipo con otros especialistas
que, en opinión de médico/a intensivista, puedan aportar para el tratamiento y
recuperación del paciente.
Es hora de que se valore al especialista en terapia
intensiva como se valora al cirujano cuando hay una emergencia quirúrgica o al
obstetra cuando hay un embarazo
También que se reconozca con justicia su esfuerzo y sus
honorarios. En Argentina, al menos, hay claras diferencias con lo que cobran
otras especialidades, como los anestesistas, que tienen remuneraciones arriba
del promedio.
El tema es complejo. Es importante que la sociedad empiece a
conocer al especialista en terapia intensiva y, por qué no, que a partir del
conocimiento de sus grandes capacidades pueda exigirle al sistema de salud que
su familiar sea tratado por un intensivista ante la eventualidad de que
requiera internación en terapia intensiva.
Quizá arrancar por la valoración de la sociedad en su
conjunto hará que el sistema de salud abra un debate profundo sobre las
condiciones laborales y la remuneración de los intensivistas, algo que,
seguramente, logrará un rápido impacto también en los pacientes que necesitan
beneficiarse de sus capacidades cuando les toca estar al borde de la vida.
Fuente: buenavibra.es (Por María Gabriela Vidal y Alejandro Risso Vazquez. Maestrando en Economía y Gestión de la Salud)