Una exposición contrapone los dibujos de Leonardo con
resonancias magnéticas y modelos en 3D para demostrar que el artista se
adelantó hasta 400 años en el estudio del cuerpo
'Los
músculos del hombro', Royal Collection
Trust / (C) Her Majesty Queen Elizabeth
II 2013
|
El profesor ha pasado los últimos cuatro meses orquestando
la exposición The Mechanics of Man, (La mecánica del hombre), que hasta el 10
de noviembre permite observar de cerca los dibujos firmados por Da Vinci en el
Palacio de Holyroodhouse de Edimburgo. La muestra exhibe treinta de los
originales, que forman parte de un lote de 600 dibujos del artista que
pertenece a la corona británica desde 1690. Hoy no queda anatomista que los
desconozca, pero durante 300 años acumularon polvo en la biblioteca real.
“Nadie los entendió porque eran demasiado avanzados para su tiempo”, afirma
Abrahams. Hasta que, en 1900, alguien decidió publicarlos como un compendio de
anatomía y el mundo se dio cuenta de lo que se había perdido. “Ya era tarde
para alterar el curso de la investigación anatómica, pero de haber sido
publicados antes de su muerte habrían supuesto un auténtico giro en la medicina
renacentista. Su lucidez sigue dejando boquiabierto incluso hoy”, afirma Martin
Clayton, conservador de la colección de la corona británica, especialista en la
obra de Da Vinci y comisario de esta exposición.
Leonardo Da Vinci |
Todo empezó durante el invierno de 1507, cuando Leonardo da
Vinci se sentó en el lecho mortal de un anciano “que decía tener 100 años” en
el hospital de Santa Maria Nuova de Florencia. En plena conversación, el viejo
se fue apagando hasta que falleció. “No había nada mal en su cuerpo, excepto la
debilidad. Decidí diseccionarlo para entender la causa de una muerte tan
dulce”, escribió Leonardo. Observó un corazón “seco” y un hígado en el que
describió, por primera vez en la historia, los síntomas de la cirrosis. Sería
solo el primero de innumerables descubrimientos, como el primer dibujo de la
espina dorsal, un esquema rompedor de las arterias y los vasos o incluso un
dibujo pionero de un feto en el útero materno, que aparece expuesto junto a una
maqueta 3D generada con ultrasonidos de un feto de quince semanas. La
comparación con el dibujo de 1510 no desmerece en absoluto.
La experiencia del viejo despertó el gusto por la anatomía
en el artista, que llevaba varias décadas experimentando con animales muertos.
Entre 1507 y 1513, Da Vinci ya había abierto treinta cadáveres para examinar
órganos y conductos, con la ayuda de un profesor de anatomía en la Universidad
de Pavía, Marcantonio della Torre. “A diferencia de lo que se suele creer, la
disección humana no estaba prohibida. Una bula papal lo autorizó expresamente a
partir de 1482”, precisa Clayton.
En su punto de mira se encontraban el corazón, los músculos
y la estructura ósea. El primer objetivo del artista fue conocer mejor la
anatomía humana para poder trasladarla de manera más fiel sobre el lienzo,
obsesionado por una reproducción fidedigna del modelo imitado. “Leonardo veía
la pintura como una actividad científica”, añade el comisario. Sin embargo,
acabó entendiendo la necesidad de firmar un tratado de anatomía que reflejara
su investigación. “De hecho, él nunca se habría reconocido solo como artista.
Sus estudios científicos fueron por lo menos igual de importantes que sus
cuadros”.
'El
esqueleto', 1510-11. Royal Collection Trust / (C) Her Majesty Queen Elizabeth II 2013. |
“Cada científico trabaja en un marco de posibilidades fijado
por las creencias actuales y solo algunas veces es capaz de marcar un giro en
el paradigma. Leonardo no fue capaz de llegar a este punto”, afirma Clayton.
“El problema es que los resultados no se ajustaban a lo que él creía ser cierto.
Se desesperó hasta el punto de acabar abandonando”. Para Abrahams, el artista y
científico entendió perfectamente lo que sucedía en el corazón, “pero le debió
de parecer complicado ir a contracorriente respecto a lo que todo el mundo
había dado por bueno durante 1500 años” y tuvo miedo de “ser condenado por la
Iglesia como un loco”. Cuando Da Vinci falleció en 1519, se había convertido en
uno de los hombres más célebres de la Europa del primer Renacimiento. En
cambio, esos dos centenares largos de dibujos siguieron condenados al
ostracismo durante siglos. En gran parte, por culpa del artista, que escribió
las notas de acompañamiento con un código secreto difícilmente legible a
primera vista. Para entender de qué iba el asunto se requería un espejo. No resulta
extraño que su aprendiz, Francesco Melzi, a quien legó los papeles, no
entendiera que aquellas incomprensibles notas a pie de página constituían el
oráculo de la medicina del futuro.
Fuente: Diario El País