En todos los ámbitos, evitar errores a partir de la
experiencia de terceros resulta una muestra de madurez, pero por algunas
razones a los argentinos nos cuesta aprovechar las lecciones aprendidas.
Bertrand Russell, filósofo británico y Premio Nobel de Literatura colaboró con
su famosa frase “habiendo tantos errores por cometer, no vale la pena cometer
dos veces el mismo” pero aun así no logramos superar el ego interno del “todo
lo puedo”.
En salud, ello ha repercutido negativamente en los
resultados obtenidos, tal como lo demuestran los 22 años de esperanza de vida
ganados por Chile en el mismo plazo en el que Argentina mejoró solamente 11.
Pueden reconocerse ejemplos concretos para considerar en países de la región,
como el seguro de enfermedades catastróficas que construyó Uruguay (Fondo Nacional
de Recursos) que permite que todos los pacientes con enfermedades caras como el
cáncer, sean tratados de la misma manera. No asoman como adecuadas excusas
tales como “Uruguay es un país chico” o “no somos Suecia” para justificar que
no se aprovechen las evidencias para formular políticas.
Uno de los proyectos insignia de esta gestión en materia de
salud es la denominada Cobertura Universal en Salud (CUS), la cual se propone
como un elemento de protección social para quienes no tienen obra social o
prepaga. Pero se sustenta en una Canasta Básica de Prestaciones, diferente al
PMO (Programa Médico Obligatorio) al que continuarán accediendo quienes tengan
una cobertura de seguros en salud.
A nivel mundial, el mayor problema de salud es que mejoran
los resultados, pero empeora la inequidad. Y Argentina no escapa a esa
situación.
No sería mala idea aprovechar la experiencia colombiana en
esta materia, país que encabezó la reforma sanitaria más avanzada de los
últimos años en la región, a través de la Ley 100 de 1993. Inicialmente, en ese
país se habían definido 2 paquetes de beneficios para la población (llamado
POS, Plan Obligatorio de Salud), de acuerdo a la capacidad de pago de cada
persona. Así, se estableció un POS para el denominado régimen subsidiado (aun
con diferencias, se correspondería en nuestro país con quienes sólo tienen
cobertura del sector público) y otro POS para el régimen contributivo (en
Argentina serían quienes cuentan con obras sociales o prepagas). Durante la
nueva reforma del año 2011, los colombianos consideraron que la coexistencia de
2 paquetes diferentes traía de la mano inequidades en salud y una calidad
deficiente, decidiendo la unificación del POS.
Tampoco estaría mal mirar hacia el oeste y aprovechar las
buenas prácticas surgidas de las denominadas Garantías Explícitas en Salud de
Chile. Allí, en lugar de un paquete de prestaciones (como es nuestro PMO) se
definieron las denominadas Líneas de Cuidado, mediante las cuales todos los
pacientes que presentan una misma necesidad acceden a una serie de prestaciones
independientemente de quien financie su salud (FONASA para quienes no tienen
cobertura o las ISAPRES, similares a nuestras prepagas) Estamos a la puerta de
contar con una Agencia Nacional de evaluación de tecnologías sanitarias en
Argentina, la cual se debate en el Congreso de la Nación. La misma es una
herramienta de reconocido impacto para reducir inequidades en salud a partir de
evaluar el real aporte de un medicamento, procedimiento o aparatología para la
salud de la población y si vale la pena que sean incluidos en el listado de
prestaciones cubiertas por el sistema de salud. Aprovechando la experiencia
colombiana con el POS y la creación de su Agencia de evaluación de tecnologías
sanitarias (IETS) o la brasileña con su CONITEC, esta Agencia debiera definir un
PMO único, para todos los habitantes del país, independientemente de su
cobertura (pública, obras sociales o prepagas). No parece razonable plantear la
coexistencia de un paquete de beneficios para pobres y otro para ricos.
A diferencia de otros países, Argentina cuenta con oferta
pública para encarar ese camino, por lo que el mayor esfuerzo debiera estar en
el plano normativo y de incentivos.
Obviamente que podemos seguir encontrando críticas al camino
recorrido por Colombia, Uruguay, Chile o tantos otros, pero impresiona que ha
llegado el momento de alinear el discurso con las medidas que nos acerquen a
mejores resultados en salud, ya que como expresó en su tiempo Confucio, “si ya
sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”.
Fuente: Diario Clarín - Por Esteban Lifschitz, Director de la Carrera de Médico Especialista en Evaluación de Tecnología Sanitaria. Facultad de Medicina de la UBA.