Equivale a mil procedimientos cada un millón de personas. Y
el objetivo es llegar a 1500. La técnica apareció una década después de que
René Favaloro inventara el by pass y se expandió velozmente por ser poco
invasiva y de rápida recuperación.
“Sentía una sensación rara en el pecho, una especie de
calor”. Así describe Gustavo Lombardi (47) lo que sintió a lo largo de varios
meses durante la entrada en calor que cada semana realizaba antes de jugar al
fútbol. “Después se me pasaba, y jugaba el partido normalmente”, añade. Unos
meses después, una subida rápida de tres pisos por escalera al llegar al
trabajo desató una fuerte presión en el pecho y le disparó las pulsaciones de
tal forma que ya no le dejó dudas: “Esto no es normal”, se dijo. A los pocos
días le hicieron una angioplastia. Una de las 45.000 angioplastias coronarias
anuales que se realizan en la Argentina, un promedio de cinco por hora.
Este año se cumple el 40° aniversario de la primera
angioplastia transluminal coronaria (ATC) que desarrolló el médico alemán
Andreas Roland Grüntzig en Zúrich, Suiza. A ese hito se le sumó, años después,
el aporte de un argentino, Julio Palmaz, que fue quien desarrolló el primer
stent aprobado por Estados Unidos y significó un crecimiento exponencial de las
angioplastias en todo el mundo. Hasta ese momento, las intervenciones
coronarias se realizaban “a cielo abierto”, abriendo el esternón. Y para las
obstrucciones en las arterias coronarias se recurría al by pass, hito
conseguido diez años antes por el doctor René Favaloro. “Pasamos de abrir el
pecho con un serrucho a un pinchazo en la pierna o en la muñeca”, grafica el
doctor Alejandro Cherro, presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos
Intervencionistas (CACI).
El doctor Luis de la Fuente, director del servicio de
cardiología intervencionista del Instituto Argentino del Diagnóstico y
Tratamiento (IADT) y de la Suizo, que trabajó palmo a palmo con Favaloro y
también participó del nacimiento y crecimiento de la angioplastia, define en
pocas palabras el aporte de la Argentina en la materia: "La cardiología
argentina tiene pantalones largos, es respetada y considerada en todo el
mundo". Y destaca: "Favaloro demostró que la mejor medicina para la
isquemia cardíaca es volver a darle sangre oxigenada". Eso se logró,
primero con el by pass coronario desarrollado por el médico argentino, y diez
años después con la angioplastia coronaria.
Poco a poco, la angioplastia fue avanzando, impulsada por el
hecho de ser mínimamente invasiva, tener una menor mortalidad (0,5 a 1%, contra
el entre 3 y 4% que tiene el by pass), menos tiempo de internación y la rápida
recuperación del paciente. En los últimos siete años el número de angoplastías
creció un 40%, pasando de 700 intervenciones por millón de habitantes, a cerca
de 1.000 por millón. El objetivo es llegar a 1.500 angioplastias por millón. El
by pass se sigue utilizando, pero para casos más específicos: se realizan entre
150 y 170 por millón de habitantes.
La angioplastia consiste en introducir un catéter a través
de una punción que se realiza en una arteria de la ingle (vía femoral) o en la
muñeca (vía radial). Con el catéter se accede al sistema vascular arterial y se
va “navegando” hasta las arterias coronarias. Con la ayuda de una sustancia de
contraste, se puede ver con ayuda de rayos X dónde se encuentra la obstrucción
(una coronariografia, otro hito de la medicina que permitió encontrar las
obstrucciones) y se procede a liberar esa arteria. En el 85% de las
angioplastias se coloca además un stent, un dispositivo metálico parecido a un
“rulero” que mantiene la apertura que necesita la arteria para que fluya la sangre.
“La angioplastia es un procedimiento mínimamente invasivo,
que tiene mucho menos riesgo que una cirugía porque no hay que abrir el pecho
ni requiere circulación extracorpórea, lo que hace que sea mucho más fácil y
con menos complicaciones. Ni hablar de la rehabilitación, los pacientes suelen
recibir el alta 24 horas después de la intervención”, añade Cherro.
Precisamente, lo poco invasiva y la rápida recuperación,
hacen que muchas veces el paciente no sea plenamente consciente del riesgo que
pasó. "Uno de los problemas de la angioplastia, al ser poco invasiva y con
el 80% de los pacientes que se van a su casa el mismo día, es que no se
terminan de convencer de la gravedad y que no es curativo. La angioplastia no
cura, la enfermedad es de todas la arterias del organismo", explica el
doctor Oscar Mendiz, director de cirugía cardiovascular de la Fundación
Favaloro.
La angioplastia está indicada en diferentes situaciones: la
primera es el infarto agudo de miocardio. Para ello están las redes de
derivación, que sirven para salvar muchas vidas. También se suele indicar en
casos de síndrome agudo de dolor de pecho (preinfartos). "Por lo general
es alguien que va a la guardia por un dolor y se le realiza una angioplastia en
el momento", añade Mendiz. Otras dos situaciones en que se puede indicar
es por dolor de pecho crónico, y también en pacientes que presentan múltiples
lesiones en las arterias. "Se indica no tanto por la gravedad de la
obstrucción si no por la cantidad de lesiones", agrega el especialista.
En la Ciudad de Buenos Aires funciona la Red Infarto que
trabaja en coordinación con el SAME y con las unidades coronarias de 12
hospitales. Cuatro hospitales (Argerich, Fernandez, Duran y Santojanni) cuentan
con el equipo de hemodinamia y realizan las angioplastias coronarias a los
pacientes que por lo general llegan transitando un infarto. “Atendemos unos
1.000 infartos por año. Nuestro objetivo es llegar a atender entre 2.000 y
2.500”, explica el doctor Alejandro García Escudero, jefe de Hemodinamia del Hospital
Argerich y coordinador de la Red Infarto, que arrancó en 1999 en la Ciudad y
durante 14 años fue la única del país. Actualmente hay otras similares en
Mendoza, Rosario y Tucumán.
“Hacemos un trabajo coordinado que comienza con la persona
que está en su casa, le empieza a doler el pecho, tiene sudoración y pide
ayuda. Pero, el promedio de tiempo hasta llamar al SAME o ir al hospital es de
75 a 80 minutos” , describe el especialista. En este tipo de intervenciones,
cada minuto cuenta y es clave para poder salvarle la vida al paciente y que
tenga mayores posibilidades de sobrevida. Se estima que a la angioplastia llega
entre el 40 y 50% de los pacientes infartados.
"No hay ciudad mayor de 150 mil o 200 mil habitantes
que no cuente con una sala y un equipo de profesionales preparados para actuar.
La expansión de la especialidad a hospitales públicos hizo que pacientes de
bajos recursos fueran tratados con la más alta calidad médica. Estas políticas
son determinantes para la rápida atención de las afecciones coronarias de la
población en general", aseguró el doctor Omar Santaera, médico
especialista en Cardioangiología Intervencionista.
Fuente: Diario Clarín - Ver más sobre Salud Cardíaca