Una pulsera para sordos, prótesis y otras iniciativas son
desarrolladas por alumnos de colegios técnicos. Quieren extender la tecnología
a todos los secundarios de la Ciudad.
En la Escuela Técnica Nº 17, en Parque Avellaneda, los
chicos de sexto año ya diseñan brazos robóticos, prototipos de generadores
eólicos y pulseras automatizadas para personas sordas. Allí, tienen seis
impresoras 3D que ayudan a potenciar la creación y el diseño. Pero el proyecto
Educación 3D no sólo abarca a ésta y a otras 37 escuelas técnicas de la Ciudad,
si no que ya abarca a un 66% de las secundarias públicas de la Ciudad, que
están equipadas esta tecnología.
Las máquinas son capaces de realizar réplicas de diseños en
3D, creando piezas o maquetas volumétricas a partir de un diseño descargado de
internet o generado en un escáner 3D. La iniciativa del Gobierno porteño
pretende llevar estas plataformas a todas las escuelas secundarias porteñas en
un plazo de tres años.
Para Adrián Brands, uno de los docentes de la tecnicatura de
electrónica de la Escuela 17, “los chicos usan la impresora para hacer realidad
todas sus ideas. Vienen con el proyecto ya armado y lo imprimen en el momento".
Según Brands, en sólo seis horas pueden imprimir una pieza. "Y nunca
sabemos qué puede surgir cada año”, agrega.
El año pasado, el proyecto Pulsera Ayuda a Personas Sordas
(PAPS) ganó el premio regional Siemens. Ahora, sus creadores, de tan sólo 17 y
18 años, ya están tramitando las patentes para industrializarlo. Luego de mucha
investigación y visitas a centros para sordos, los jóvenes se dieron cuenta de
que no existía una herramienta que les ayude a reconocer el timbre de la casa,
el sensor para bebés (que alerta a madres y padres cuando los niños lloran), y
hasta las alarmas de sus hogares. El resultado fue una pulsera que vibra ante
cualquiera de estas situaciones, y que en caso de emergencia, tiene un sistema
automatizado que se conecta con la central de policía más cercana. El proyecto
fue creado en su totalidad por los chicos, y materializado gracias a la ayuda
de la impresora.
Hoy existe una creciente demanda de impresoras 3D, ya que
las generaciones más jóvenes crecen más familiarizados con este tipo de
tecnologías.
“Las impresoras 3D impactan en el modo en que enseñamos y
aprendemos, ya que fomentan la creación: los alumnos pueden concebir una idea y
crearla, sin intermediarios o restricciones”, le dijo a Clarín Augusto
Allemand, coordinador del programa de Impresión 3D, del Ministerio de Educación
Porteño. “Más allá de que los chicos sepan usar las impresoras, nuestro
proyecto apunta a la incorporación de tecnología, y al trabajo de habilidades
sociales que colaboran en la autonomía, el trabajo en equipo y la empatía
social”, indicó Allemand.
Tanto para él, como para todo el equipo que busca potenciar
a los jóvenes del nivel secundario, quieren que ellos trabajen y se organicen
en tareas y objetivos a través de proyectos. Además, con un total de 152
escuelas secundarias esperan poder satisfacer la creciente demanda de todos los
alumnos.
“Queremos que todos los chicos tengan acceso a una impresora
3D, porque antes, un alumno que no era de escuelas técnicas desconocía estas
habilidades, como el proceso de producción, el diseño de planificación, las
tecnologías de la información y hasta la robótica”, enfatizó
Sin embargo, para los alumnos de la Escuela 17 el proceso de
adaptación a las impresoras es natural. Como para los estudiantes de
electromecánica, que hace sólo tres semanas recibieron una de las impresoras y
ya crearon prototipos de generadores eólicos para enseñarles a los grados
inferiores como generar energías sustentables, y a su vez presentaron un proyecto
para iluminar el patio del colegio con luces LED, todo creado con las nuevas
impresoras.
Las posibilidades son ilimitadas: los usos de las impresoras
3D abarcan los campos de la medicina, la industria y la alimentación, entre
muchos otros. El proyecto local está inspirado en iniciativas similares ya
desarrollados en escuelas de Nevay Jersey o Nueva York, entre otras ciudades de
los Estados Unidos.
En la Ciudad, la propuesta se originó dentro de la Dirección
General de Tecnología Educativa (DGEDU), del Ministerio de Educación, a fines
de 2014. Pero además de los resultados positivos para los alumnos, el plan no
sólo propone la compra de equipamiento adaptado con medidas especiales de
seguridad, sino diversas instancias de capacitación para los maestros y coordinadores
de colegios, próximamente acompañadas por el desarrollo de una plataforma donde
los alumnos puedan subir sus diseños en 3D y compartirlos con otras
instituciones. Con más de 300 docentes porteños capacitados en impresión y
diseño 3D, la iniciativa plantea un fuerte crecimiento y profundización de
conocimientos para los instructores. “Hay que generar estos contenidos nuevos
en las escuelas: la plataforma online va a conectar a todas las escuelas del
país para que puedan trabajar en conjunto en proyectos y generar redes de
intercambio entre alumnos y docentes”, explicó Allemand.
Fuente: Diario Clarín - Ver más sobre Tecnología