Se piden dos años de experiencia, buen nivel de idiomas y
una alta motivación. Los sanitarios suelen tener alrededor de 30 años cuando
hacen su 'primera misión'.

Quienes por primera vez llaman a las puertas de una
organización para trabajar en alguno de sus proyectos suelen tener alrededor de
30 años. "Tiene sentido, porque coincide con el momento vital en el que ya
tienes la experiencia que pedimos a nuestros candidatos", explica Xavier
García, coordinador de reclutamiento de Médicos Sin Fronteras (MSF) en
conversación con EL MUNDO.
En el caso de Carolina Jiménez, ella tenía 37 cuando decidió
dejar su trabajo de internista en Madrid para formar parte de MSF. Desde el
principio, fue orientando su carrera profesional en este sentido. "Me
especialicé en enfermedades infecciosas y enfermedades de importación e hice
formación en el extranjero sobre Medicina Tropical y Salud Pública. Estaba
metida en la parte científica pero sin haber ido a terreno", explica a
este periódico. Poco a poco, decisión tras decisión, sus pasos le llevaron
primero a las oficinas centrales de MSF en Barcelona y a partir de ahí, cuando
profesionalmente "le cuadraba", a la República Centroafricana.
Además de una experiencia mínima de dos años en su campo,
otro requisito que piden las organizaciones a los sanitarios que salen en
primera misión son un alto nivel de idiomas (inglés y/o francés), una alta
motivación y, sobre todo, estar muy seguro de la decisión que se está tomando.
"Es muy diferente trabajar en un hospital o centro de salud de Europa que
hacerlo en los países donde tenemos misiones. Por eso, el candidato debe
entender la realidad de su puesto en terreno para que no haya sorpresas",
explica García.
Condiciones difíciles
Esa realidad puede ser vivir en una tienda en un campo de
refugiados, estar sin comunicación con tu familia o tener que soportar
temperaturas de 50°. "Son condiciones de vida difíciles a las que aquí no
estamos acostumbrados, y nuestro deber es comprobar que la gente entiende lo
que va a hacer", explica García. Desde Médicos del Mundo también son
conscientes de lo crucial de este proceso: "Para nosotros es especialmente
importante gestionar bien las expectativas de la primera salida para que no
haya frustraciones", explica a este periódico su responsable de
comunicación Celia Zafra. No obstante, Carolina Zanolla, psicóloga de Médicos
del Mundo en Palestina, que a sus 36 años acaba de empezar su primera misión,
declara a este periódico que "es imposible ajustar las expectativas a la
realidad".
"Cuando te vas por primera vez no te vas a ciegas,
estás bien informado", cuenta Jiménez, quien, sin embargo, tuvo una
primera experiencia un tanto peculiar, ya que el conflicto en República
Centroafricana estalló a los tres meses de llegar allí, lo que interrumpió su
misión durante unos meses. Algo parecido le ha ocurrido a Zanolla, quien tras
trabajar ocho años en la Consejería de Salud de Andalucía, hace mes y medio
viajó a Palestina para ponerse al frente del proyecto de salud mental que la
organización desarrolla allí. Justo cuando le confirmaron el destino, estalló
la operación militar israelí Margen Protector en Gaza. Aunque la Franja está a
unos 120 kilómetros de donde trabaja, "fueron días convulsos, hubo mucha
incertidumbre sobre la logística y, sobre todo, preocupación de mi
familia".
Medidas de seguridad
Al llegar a terreno hay que intentar adaptarse "en
todos los sentidos". Primero, explica Jiménez, desde el punto de vista
profesional: "pasamos la mayor parte del tiempo trabajando, y tienes que
acostumbrarte a trabajar de otra manera y con menos recursos", cuenta.
"También cambia el estilo de vida, porque tenemos unas medidas de
seguridad muy estrictas que limitan muchos nuestros movimientos". Por
último, está la vida privada y los momentos de ocio: "hay muchas horas
muertas que tienes que llenar, y aquí no tenemos televisión ni acceso a
internet. Yo por ejemplo leo muchísimo, más que cuando estoy en casa",
explica.
Zanolla, por su parte, cuenta que en el aspecto profesional
el reto es adaptarse a los ritmos y métodos de las contrapartes locales
(Ministerio de Salud y las asociaciones relacionadas con el ámbito de la
salud), pero que a "nivel personal hay cuestiones a las que no quiero ni
puedo adaptarme, como el personal militar que invade la calle continuamente, la
injusticia en los derechos más fundamentales y la invisibilidad de la
mujer".
A pesar de que saber afrontar el día a día en tu nuevo
trabajo sea imprescindible, no es la única cuestión a tener en cuenta. El
sueldo es otra de las variables. Desde MSF cuentan que todos sus cooperantes
son profesionales asalariados, aunque reconocen que buscan gente para la que el
argumento económico no sea la principal motivación. "Se paga correctamente
pero estoy seguro de que un cirujano en cualquier hospital español cobraría
más", comenta García. "Ganas menos, pero no vienes aquí a ganar
dinero", señala Jiménez.
Desde la organización explican que la política salarial se
establece en función del coste de la vida en el país de origen y lo que pagan
otras organizaciones en el país de destino y que, además del contrato, los
expatriados tienen seguro, cotizan en España y no pagan alojamiento.
"Cuidamos a nuestros profesionales, pero queremos dedicar la mayor parte de
nuestros fondos a nuestro trabajo con la población local, por lo que los
cooperantes viven en común y no se ofrecen condiciones de lujo", cuenta
García.
Sabiendo ya en qué consiste todo el proceso, cabe
preguntarse si los sanitarios suelen repetir experiencia después de su primera
misión. "Hay de todo", explican desde el departamento de recursos
humanos de MSF. "Al fin y al cabo, hasta que no has estado seis meses en
un lugar perdido de Malí no puedes sacar todas sus conclusiones personales y
profesionales", cuenta su coordinador de reclutamiento.
A Carolina García el balance debió de salirle positivo,
porque ya va por su tercera misión, esta vez en la República Democrática del
Congo, y no ya como médico en terreno sino como coordinadora de proyecto.
"Muchos de nosotros acabamos haciendo carrera aquí", explica. Cuando
se le hace esta pregunta a Zanolla, su respuesta es rotunda: "Sí. Repetiré.
La dimensión de esta experiencia es, por el momento, difícil de describir:
mucho por hacer, mucho por aprender".
Fuente: Diario El Mundo