Los gastos se incrementan por el envejecimiento de la
población, nuevas tecnologías y más prestaciones. La asignación de recursos es
ineficiente.
Argentina tienen un nivel de gasto en el sector salud que no
es bajo: representó casi un nueve por ciento del producto interno bruto (PIB)
en 2016, pero el acceso de la población a la cobertura que se asegura
legalmente es muy dispar. Hay duplicación en las erogaciones de una misma
persona y quien más ingresos tiene puede acceder a mejores servicios.
INFOGRAFÍA. Gastos médicos
El sistema es complejo, cuenta con varios actores en cada
segmento: hay prestadores públicos y privados; entre los financiadores están el
sector público, las obras sociales sindicales, las de dirección, las
provinciales, el Pami y las empresas de medicina prepaga. Casi la mitad de los
habitantes está en el sistema de seguridad social, otro 14 por ciento tiene una
cobertura prepaga y el 37 por ciento restante recurre al hospital público.
El Gobierno nacional anunció el año pasado una cobertura
universal de salud (CUS), pero la implementación no es sencilla y aún se está
evaluando cómo aplicarla.
Por otra parte, hay una tendencia a la concentración: 10
prepagas del país poseen más del 80 por ciento de la población con cobertura
privada. Cada vez hay menos instituciones sanatoriales y, muchas de ellas,
integradas en forma vertical con el sector financiador: prepagas y obras
sociales que tienen clínicas propias y sanatorios que generaron su propia
financiadora de salud.
También hay una concentración geográfica en los grandes
centros urbanos. El volumen es una forma de contrarrestar la suba de costos,
pero esto va en detrimento de la calidad de atención.
Desequilibrio
Esta disparidad tiene lugar pese a que la Constitución y
numerosas leyes garantizan a la población el acceso a una cobertura básica
similar para todos. Como el subsistema de seguridad social (obras sociales y
Pami) es obligatorio, quien no está conforme con el acceso o la calidad, si no
tiene dinero recurre al sector público y, quien tiene mayores ingresos, paga
una cobertura privada o la consulta particular. De esta forma, se duplica el
gasto por el mismo servicio.
“La cobertura de salud es muy buena en Argentina, también lo
es la calidad de atención en muchos segmentos. El problema es que no hay
uniformidad. El desafío es evitar saltos de calidad entre una y otra persona
según su situación”, opina Hugo Magonza, presidente de la Asociación Civil de
Actividades Médicas Integradas (Acami), que reúne a obras sociales, prepagas y
sanatorios.
“Es un sistema inequitativo. Las personas con restricciones
o con ineficiencias en su cobertura se pasan a otro sistema y termina accediendo
más rápido quien paga dos veces o tiene altos ingresos”, agrega Jorge Colina,
economista de Idesa.
Pero también hay una asignación ineficiente del gasto entre
los distintos actores. Según los cálculos de Idesa, mientras las obras sociales
sindicales y provinciales cuentan con 847 pesos per capita , el Pami tiene
1.950 pesos por cada uno de los cinco millones de pasivos que cubre.
Si bien es el doble, el gasto de las personas mayores de 60
años se eleva exponencialmente: como referencia, entre las prepagas, este grupo
concentra el 44 por ciento del gasto total, según la Asociación de entidades de
Medicina Privada (Ademp).
Los hospitales públicos tienen una cápita teórica de casi
1.300 pesos si se tomara a la población sin otra cobertura, pero en la práctica
es menor porque llegan personas de Pami y obras sociales.
Gastos en ascenso
En el fondo, el gran problema del financiamiento del sistema
es el crecimiento del gasto, que supera en unos seis puntos promedio a la
inflación.
En 2016, el costo de la atención médica subió un 27 por
ciento del nivel general de precios, según la Asociación de Clínicas de la
República Argentina (Adecra).
Es una tendencia mundial, que tiene que ver con varios
factores que mejoran la salud, pero también la encarecen: más expectativa de
vida y envejecimiento de la población (similar al sistema previsional), nuevos
tratamientos, nueva tecnología, mayores prácticas y alta judicialización.
El problema es la escasez de recursos: “La ampliación de la
cobertura es muy buena desde lo sanitario, pero si no se acompaña de
financiamiento, se hace insostenible”, dice Elvio Fernández, representante de
Cimara en Córdoba (que reúne a prepagas).
En especial, es difícil el manejo de los tratamientos de
alta complejidad, las enfermedades de alto costo y la discapacidad. En el
sector de la seguridad social (incluidos los que reciben las prepagas) hay un
fondo de redistribución que, aun con deficiencias, financia estas cuestiones.
Pero en el sector estrictamente privado este mecanismo de compensación no
existe.
En otros países hay seguros de segundo piso, financiados con
aportes, parte de la cuota y el sector público, que abarcan a toda la
población, independientemente de su cobertura.
Este es uno de los principales temas que se incluirían en la
CUS, cuestión que aún está bajo análisis.
Gasto “per capita”
Desembolsos
$ 1.365. Es el gasto de cada persona por mes en Argentina,
según Idesa. Las obras sociales reciben 847; el Pami, 1.950; los hospitales,
1.002 (población sin cobertura); las prepagas, 1.237, y hay 198 pesos per
capita de gasto directo de la población.
Fuente: Diario La Voz