Cerca de cumplir los 70, Michael Holick, endocrinólogo de la
Escuela de Medicina de la Universidad de Boston y autor de más de 400 trabajos
científicos sobre vitamina D, cumple con lo que predica: anda en bicicleta,
hace jardinería, toma tres vasos de leche e ingiere su dosis de la vitamina
todos los días.
"Pongo en práctica lo que aconsejo y así lo hacen los
integrantes de mi familia", afirmó en una reciente visita a Buenos Aires
para disertar acerca de sus descubrimientos en la fisiología, el metabolismo y
la fotobiología de este nutriente crítico para la mineralización ósea y la
función muscular.
El cuerpo sintetiza la mayor parte de esta prohormona no a
partir de los alimentos, sino de la exposición a la radiación ultravioleta de
la luz solar. Pero dado que cada vez estamos menos tiempo al aire libre por la
urbanización y porque los dermatólogos desaconsejan precisamente exponerse a la
radiación ultravioleta, su deficiencia está ampliamente extendida.
Un estudio local en 82 adultos jóvenes sanos de Buenos Aires
publicado en 2011 en la revista Medicina y realizado por especialistas del
Hospital Durand e investigadores del Instituto de Física y de la Universidad
Nacional de Rosario mostró que existe una importante variación estacional en sus
niveles en sangre, tanto en varones como en mujeres, y que descienden en
invierno. Otro trabajo anterior de la Asociación Argentina de Osteología y
Metabolismo mineral, realizado en siete ciudades del país (Buenos Aires,
Mendoza, Tucumán, Corrientes, Bariloche, Comodoro Rivadavia y Ushuaia), mostró
que más del 80% de los adultos mayores de 65, clínicamente sanos, tienen
deficiencia de vitamina D.
"Los cazadores recolectores estaban mucho tiempo al
aire libre y así podían llegar a los requerimientos -dijo Holick-. «Fabricaban»
miles de unidades por día. Pero ahora, incluso con una dieta saludable, en
muchos casos no se llega a obtener la cantidad suficiente. Exponerse al sol y
recibir suplementación es una buena forma de llegar a los niveles aconsejados."
El especialista subrayó que en la última década alrededor de
30.000 publicaciones analizan el impacto de la vitamina D en la salud.
"Durante el embarazo, su deficiencia está asociada con riesgo aumentado de
preeclampsia (hipertensión) y de cesárea (porque es importante para la
contracción muscular), en el bebe eleva el riesgo de desarrollar asma y
problemas respiratorios tempranos -detalló-. También hay buena evidencia de que
la deficiencia de vitamina D durante los primeros diez años aumenta el riesgo de
diabetes tipo I y esclerosis múltiple."
Contrariamente a lo que se cree, tanto los hombres como las
mujeres necesitan un adecuado aporte de vitamina D y calcio a lo largo de la
vida para mantener una buena salud ósea. "La razón por la que ellos no son
conscientes de esto es que sus huesos tradicionalmente tienen mayor densidad
que los de las mujeres -agregó-. La [hormona masculina] testosterona promueve
mayor masa muscular y ésta tracciona los huesos y los protege de las fracturas
hasta más tarde en la vida."
Según Holick, distintos estudios muestran que también los
chicos están en riesgo de tener bajos niveles de vitamina D, "porque el
aporte de la leche es tan pequeño que no alcanza. En los Estados Unidos,
incluso entre los chicos que toman dos vasos por día, a los cinco años el 50%
tenían deficiencia, y entre los de 6 a 11, el 70%."
La doctora Beatriz Oliveri, endocrinóloga, especialista en
metabolismo óseo, investigadora del Conicet y autora de estudios locales sobre
vitamina D, coincide en que la deficiencia está muy extendida y que las horas
en que más sirve exponerse al sol para obtenerla son las del mediodía.
"En mi opinión, hay que suplementar a los mayores de 65
años, hombres y mujeres -coincide-. También durante el primer año, porque la
leche de madre tiene muy poquito contenido. Es importante estudiar los niveles
en el embarazo y suplementar si fuera necesario, porque se vio asociación con
preeclampsia. Habría que controlar la vitamina D incluso en gente joven,
especialmente en poblaciones que viven en latitudes elevadas. Pero aunque entre
la dosis de suplementación y la dosis tóxica hay una brecha importante, la
indicación tiene que estar en manos del médico. En este momento, hay una suerte
de controversia en desarrollo acerca de cuáles son los niveles óptimos."
Y concluye Holick: "Si mejoráramos los niveles de
vitamina D, reduciríamos los costos de salud un 25%. No vamos a curar el
cáncer, no vamos a curar la esclerosis múltiple, pero podemos prevenir
enfermedades, mantener la densidad ósea, evitar hasta un 72% el riesgo de
caídas y preservar el rendimiento cognitivo".
Fuente: Diario La Nación - Ver más sobre Nutrición