En julio de 1978, Louise Brown se convirtió en la primera
"bebé de probeta" del mundo, gracias a la fertilización in vitro.
"El día en que nací, mi madre tuvo que ser llevada al
quirófano para que le practicaran una cesárea en completa oscuridad, con sólo
una linterna alumbrando el camino", explica Louise Brown.
"Apenas unos pocos del plantel sabían quién era ella y
mis padres no querían que otros la identificaran y filtraran la información a
la prensa".
El nacimiento de Louise estuvo envuelto en el más absoluto
secreto. Incluso su padre, John, tuvo que visitarla en el hospital general de
Oldham bajo la vigilancia de la policía, que estaba apostada en el corredor
afuera.
La razón se debía a que su hija, de la ciudad de Bristol, se
había convertido en la primera "bebé probeta" del mundo, como la
llamaría la prensa.
Más exactamente, fue la primera persona en nacer por
fertilización in vitro (FIV), un proceso en el que el óvulo se retira de los
ovarios de la mujer para ser fertilizado con esperma en un laboratorio y vuelto
a ser implantado en el útero.
Una probabilidad en un millón
Es un tratamiento que se aplica para que parejas que sufren
de una gama de problemas de fertilidad puedan concebir.
El tratamiento también permite a parejas del mismo sexo y
madres solteras tener hijos.
De acuerdo con cifras de 2013, los avances tecnológicos han
permitido que más de 5 millones de personas en todo el mundo nacieran a través
de este proceso.
Pero en 1978 era un proceso altamente experimental. Tanto,
que el doctor Mike Macnamee, director ejecutivo de la primera clínica de FIV
del mundo, en Bourn Hall, Cambridge, sostiene que Louise "fue un verdadero
milagro".
Los dos pioneros del tratamiento, el ginecólogo Patrick
Steptoe y el Nobel de Medicina, el fisiólogo Robert Edwards, "realizaron
cientos de transferencias de embrión antes de lograr que Louise fuera
concebida", dijo Macnamee.
Los dos médicos habían unido sus fuerzas diez años antes,
con habilidades que se complementaban perfectamente; Edwards había desarrollado
una manera de fertilizar óvulos humanos en el laboratorio y Steptoe había
encontrado un método para retirar los óvulos de los ovarios.
Cuando el médico de la madre de Louise, Lesley, la puso en
contacto con Steptoe, se le advirtió que tenía una probabilidad de éxito de
"una en un millón".
Así que cuando dio resultado, fue un adelanto científico tan
importante que tuvo que ser filmado, tras un acuerdo con el gobierno, para
documentar la evidencia que Louise había realmente nacido de su madre.
Antes de que su madre la pudiera cargar en sus brazos, la
recién nacida fue sometida a 60 pruebas diferentes para asegurar que era
"normal".
Todo esto contrasta con los procedimientos modernos que,
gracias al trabajo en Bourn Hall en los años 80, siguen metodologías clínicas
refinadas y bien establecidas.
"Una vez Steptoe y Edwards resolvieron cómo fertilizar
el óvulo, buscaron restringir el número de embriones que transferían a las
mujeres, así que no tuvieron muchos nacimientos múltiples", explica el
doctor Macnamee.
Nuevas técnicas
"El desarrollo de técnicas de congelamiento a mediados
de los 80 significó que podían implantar uno o dos embriones en la madre
potencial y luego congelar los otros para uso futuro, evitando tener que pasar
otra vez por el incómodo procedimiento de extracción de óvulos".
También se ha progresado con el uso moderno de imágenes de
ultrasonido para recolectar óvulos con una anestesia leve, en lugar de la
laparoscopia –una cirugía realizada a través de una pequeña incisión- que se
practicada antiguamente.
Las técnicas desarrolladas a finales de los 80 también
tuvieron un impacto importante en el tratamiento de la infertilidad masculina,
con la inyección de un único espermatozoide en el óvulo.
Estos y otros pequeños pasos graduales hicieron que la tasa
de éxito para cada serie de FIV creciera de 10% a 40% desde comienzos de los
80, cuando el trabajo del doctor Macnamee en ese ámbito incluía mezclar óvulos
y esperma en una placa de Petri.
Las probabilidades de concebir con éxito a través de FIV se
reducen con el paso de los años pero, hoy en día, el proceso es más efectivo
con cada ciclo fértil que la reproducción natural.
Eso no significa, sin embargo, que todo el mundo lo apruebe.
Críticas
En noviembre, el papa Francisco dijo que el proceso
fomentaba la idea de que tener hijos era "un derecho, en lugar de un don
preciado" y que "se jugaba con la vida".
No obstante, en agosto de 1978, el cardenal Albino Luciani
–que estaba a punto de ser nombrado papa Juan Pablo I, sorpresivamente rehusó
criticar a los padres de Louise por someterse al proceso de FIV diciendo que
ellos simplemente querían tener un bebé.
"Eso ayudó a contrarrestar algunas de las cosas
negativas que la gente decía", comenta Louise.
"Mi madre recibió muchas de cartas de la gente. Eran en
su mayoría positivas, pero hubo unos mensajes de odio".
"Recibieron una horrorosa caja de Estados Unidos que
tenía una probeta rota, sangre falsa y la representación de un feto adentro.
Venía acompañada de una amenaza: la gente que la envió pronto los estarían
visitando".
A pesar de esos incidentes aislados, Louise –que tiene dos
hijos concebidos de forma natural- se siente privilegiada de ser la primera
persona nacida a través de FIV.
"Muchas personas les han dicho a mi mamá y mi papá que,
de no ser por ellos, nunca hubieran podido tener hijos", dice.
El doctor Macnamee cree que las probabilidades de concebir a
través de FIV incrementarán en el futuro y espera ver una tasa de éxito de 60%
antes de jubilarse.
Una de las más destacadas áreas de investigación se
concentra en explorar la manera en que los embriones interactúan con el
revestimiento del útero una vez se implantan.
Muchos creen que cuando los dos no engranan es cuando el
ciclo de FIV puede fracasar.
El progreso es lento, ya que no hay un modelo que se pueda
someter a pruebas de laboratorio, pero el doctor Macnamee cree que esta línea
de investigación puede ser clave.
"Si llegamos a entender eso mejor, será el próximo gran
hito", asegura.
Fuente: BBC Mundo - Ver más sobre Fertilización Asistida