La respuesta a la medicación suele ser variable e
impredecible. Los tests farmacogenéticos para elegir la mejor terapia pueden
ahorrar tiempo y sufrimiento.
Al igual que sucede con distintos trastornos médicos
complejos como la hipertensión, la epilepsia o la diabetes, parece haber
distintas vías etiopatogénicas que conducen a los mismos signos y síntomas que
definen algunos trastornos mentales como las depresiones, los trastornos
bipolares y las psicosis. En muchos pacientes con estas enfermedades suele ser
difícil acertar de entrada la mejor estrategia de tratamiento con un medicamento
considerando únicamente los datos de la clínica.
La respuesta individual de los pacientes a la medicación es
muy variable e imprevisible; hay quienes presentan una respuesta negativa o
insuficiente a determinado medicamento, y hay personas con mayor probabilidad
de manifestar reacciones adversas. Muchas de estas diferencias responden a
factores genéticos. Se estima, por ejemplo, que hasta un 60% de los pacientes
no responden de forma completa a los fármacos antidepresivos y un 40% no
obtienen ninguna respuesta.
Los efectos adversos del tratamiento antidepresivo son
frecuentes (40-90%) y no es posible predecir su aparición a priori. Aunque los
antipsicóticos han logrado revolucionar el tratamiento de la esquizofrenia, la
tasa de remisión se sitúa alrededor del 35-40%. Sumado a esto, los pacientes
con tratamiento a largo plazo con antipsicóticos corren riesgos de presentar lo
que se conoce como “discinesia tardía”, movimientos anormales e involuntarios
fundamentalmente en la cara que es potencialmente irreversible si son tratados
con los antipsicóticos típicos y “sindromes metabólicos”, si utilizan los de
última generación. Entre las enfermedades neurológicas, se estima que un 20% de
los pacientes con epilepsia son resistentes a los fármacos antiepilépticos.
El tratamiento de los trastornos mentales, en todas sus
formas clínicas, está plagado de bajas tasas de éxito, si por éxito entendemos
la curación o la remisión sostenida. A pesar del gran número de psicofármacos
disponibles y de tratamientos psicoterapéuticos largos y costosos, muchos
pacientes no responden y otros mejoran pero experimentan síntomas residuales
que afectan su funcionamiento cotidiano. Por otra parte, hay actualmente muy
pocos desarrollos de fármacos (muy) novedosos por lo que es cada vez más
necesario usar mejor los medicamentos que ya tenemos para las enfermedades
neuropsiquiátricas. Las herramientas que colaboran con esa mejor utilización
son los tests farmacogenéticos; ellos pueden proporcionar información útil
sobre las características del genoma de cada paciente y su relación con un gran
número de fármacos. De esa relación surgen recomendaciones a tener en cuenta en
el momento de la prescripción y en función de la genética específica del
paciente.
La posibilidad de seleccionar los medicamentos orientados
por este tipo de estudios y encontrar a los que puedan ser más eficaces para
cada paciente singular o generar la menor cantidad de efectos adversos, podría mejorar
en mucho la calidad de vida de los pacientes afectados por enfermedades
neuropsiquiátricas. Se evitaría sufrimiento, se ganaría tiempo y se mejoraría
la eficacia de la atención: hay que recordar que las enfermedades
neuropsiquiátricas están entre las que mayor sufrimiento generan a quienes las
padecen.
Fuente: Diario Clarín - Ver más sobre Salud Mental