Hace un año los países del mundo acordaron en las Naciones
Unidas un audaz conjunto de objetivos globales (las Metas de Desarrollo
Sostenible), que van desde acabar con la pobreza y el hambre hasta la lucha
contra el cambio climático y la inseguridad. Sin embargo, hoy las perspectivas
de cooperación mundial en muchos de estos temas aparecen más borrosas.
Fuerzas políticas en varios países se están aprovechando de
temores, a veces fundados, acerca de la violencia, el terrorismo y el
desempleo, para proponer nuevas y duras restricciones a la circulación de
personas, bienes y servicios a través de las fronteras nacionales. También hay
voces que cuestionan principios básicos de la legislación internacional en
áreas tales como los derechos humanos y la protección humanitaria, o sostienen
que no importa si las acciones de su país causan daño a personas que viven en
otros lugares.
Mientras que algunos pueden encontrar esas consignas y
propuestas engañosamente seductoras, la historia sugiere que enfoques que fragmentan
el mundo son inadecuados para hacer frente a los problemas comunes que
enfrentamos como sociedad planetaria.
Las amenazas ambientales no se detienen en las fronteras. Y
en una economía mundial cada vez más integrada, los ingresos y la calidad de
vida de las personas en un país dependen en muchos casos de otros individuos en
el lado opuesto del planeta. Pero aunque las propuestas de fragmentación y
aislacionismo son erradas, eso no significa que dejar todo como está a nivel
global sea una opción aceptable.
Las políticas nacionales y las reglas globales presentan
fallas que necesitan ser revisadas. Hoy, tenemos la oportunidad de analizar cuánto se ha avanzado en la lucha contra el
hambre y la desnutrición, uno de los principales problemas globales, así como
para evaluar la magnitud del desafío futuro.
Por una parte, se puede contabilizar como un importante
avance de los últimos 25 años que el número de los que sufren hambre a nivel
global haya tenido una reducción de unos 200 millones de personas. Sin embargo,
el progreso ha sido desigual. China por sí sola representa una parte importante
de ese progreso, mientras que en el África subsahariana el número de
desnutridos ha aumentado.
Por otra parte, el número de personas obesas y con sobrepeso
está aumentando en todo el mundo, mientras que muchas personas todavía sufren
de deficiencias de micronutrientes cruciales para su salud.
Ningún país puede resolver estos problemas por sí solo. De
hecho, se necesita un trabajo conjunto para mejorar el funcionamiento de los
mercados e instituciones globales y así garantizar que todos tengan acceso
seguro a una alimentación suficiente y nutritiva en los próximos años, sobre
todo si los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio
climático implican que los mercados van a sufrir shocks más frecuentes e
intensos.
Dado que muchas personas carecen de los ingresos que
necesitan para poder comprar suficientes alimentos, los gobiernos tendrán que
ampliar la ayuda alimentaria interna y otras redes de protección social para
grupos pobres y vulnerables, probablemente financiadas mediante la colaboración
internacional en el caso de los países más pobres. Y aunque el aumento de la
productividad agropecuaria es clave para la lucha contra el hambre en las zonas
rurales, los gobiernos deberían también asegurar el marco macroeconómico y de
inversiones públicas para la creación de empleo rural más diversificado y para
aumentar los ingresos en otros sectores económicos.
Las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) dan
un amplio margen para que los gobiernos apoyen la agricultura sin afectar
indebidamente a productores extranjeros. Por ejemplo, al permitir sin
restricciones el apoyo de los gobiernos para "bienes públicos" tales
como el control de plagas, la investigación, la titulación de tierras o la
infraestructura rural.
Sin embargo, aunque muchos países han hecho progresos en los
últimos años en la reducción de los subsidios que distorsionan el comercio para
la agricultura, los mercados globales serían más eficientes y más justos si
esas políticas fueran desapareciendo.
La próxima reunión de la OMC, que va a tener lugar en la
Argentina en el plazo de poco más de un año, será una oportunidad clave para
que los gobiernos acuerden tomar medidas en estas y otras áreas prioritarias.
Los últimos avances en la OMC sobre la eliminación de los
subsidios a las exportaciones agrícolas sugieren que el progreso para construir
mercados alimentarios mundiales más justos es factible y realista.
En respuesta a las voces que llaman al aislacionismo y a la
fragmentación global debemos reiterar el compromiso con los esfuerzos conjuntos
para acercarnos a la visión establecida en las Metas de Desarrollo Sostenible,
un mundo en el que todos estemos mejor, empezando por los más pobres y
vulnerables.
Fuente: Diario La Nación - Ver más sobre Nutrición