Un recorrido de BAE Negocios por el interior del instituto
de microbiología más importante de la Argentina. Qué dicen los expertos y cómo
es el día a día en el lugar donde la pandemia no fue sorpresa.
Los pasillos del Malbrán nunca están en silencio total. Las
heladeras y freezers que guardan reactivos y muestras producen un ruido
constante, notorio para los desacostumbrados a escucharlo. Pero para los
científicos que trabajan en sus laboratorios es sonido ambiente y más en estos
tiempos de pandemia, en los que el instituto se convirtió en el epicentro
argentino de la batalla contra el coronavirus Covid-19. Un virus que obligó a
multiplicar manos, recursos, horas y estrategias, pero que no llegó de
sorpresa.
“Estamos trabajando 14 horas por día, de lunes a lunes”,
cuenta Elsa Baumeister, jefa del Servicio de Virosis Respiratorias de la
Anlis-Malbrán, el primer lugar donde comenzaron a realizarse los testeos en el
país. Uno de los cuerpos anónimos que están detrás de las cifras del reporte
diario del Ministerio de Salud y que narra la recorrida de BAE Negocios por las
instalaciones del instituto de microbiología más importante de la Argentina. Su
área es la de referencia en el país para el diagnóstico y seguimiento del nuevo
coronavirus, el centro de operaciones de la guerra contra el “enemigo invisible”.
Para la investigadora y su equipo el trabajo comenzó mucho
antes del 3 de marzo, fecha en la que se confirmó el primer caso positivo en el
país. Corría la primera semana de enero cuando Baumeister entró al laboratorio
y contó las noticias que había leído sobre lo que pasaba en Wuhan, China.
“Chicos, acá tenemos algo”, les dijo y no dudó en comentarlo en una reunión con
otros directores.
Esa advertencia temprana fue clave para comenzar a preparar
lo que, sabían, sería un escenario que requeriría tecnología de punta, recursos
humanos calificados y mucho trabajo. “Sabíamos a lo que podíamos llegar a
enfrentarnos. Una siempre tenía la esperanza de que China lograra controlarlo,
como lo logró con el SARS en el 2003. No fue posible, la expansión fue muy
rápida. No es lo mismo el mundo de hoy que el de hace 18 años. La cantidad de
vuelos y viajeros internacionales cambió muchísimo y bueno, eso hizo que el
virus se sembrara en muchos lugares”, explicó Elsa.
Por eso, el 31 de enero se realizó la primera compra de
reactivos y con toda el área de virología a disposición, el capital humano se
multiplicó por siete. Es que para todas las etapas que involucra la técnica PCR
en tiempo real, la utilizada para detectar la presencia del virus, se necesitan
manos, varias, que trabajen en conjunto con la protección adecuada. “Hay mucho
trabajo que en los números no se ve”, señaló la científica.
Paso a paso: cómo se realiza el diagnóstico de coronavirus
La muestra llega a un área llamada receptoría de análisis en
cajas especiales diseñadas para material biológico y se llevan al laboratorio
de virus respiratorios.
Una vez dentro, se trabaja de a dos, primero se realiza la
apertura de uno de los receptáculos, luego otra persona sentada frente a una
cabina bioseguridad (una campana que protege a la persona y al ambiente de
cualquier fuga hacia el exterior) recibe la caja, saca los restantes y a
continuación, los tubos de ensayo.
La persona que está por fuera le asigna un número a la
muestra y otro igual a la historia clínica del paciente, que se transfiere a
una base de datos.
Dentro de la cabina de seguridad biológica se abren los
tubos, si aún están los hisopos se descartan.
Luego, se fracciona la muestra: una parte del ARN se
inactiva y la otra se archiva. La inactivada se retira de la cabina y pasa al
sector de ácidos nucleicos, una etapa robotizada pero que necesita de humanos
que realicen la extracción.
Una vez allí, se coloca una fracción de ácidos nucleicos en
una placa de extracción y otra en el sector de detección y amplificación, es
decir, se le aplica PCR en tiempo real.
Por medio de esta técnica, comienzan a ocurrir ciclos de
enfriamiento y calentamiento en los que los reactivos amplifican una parte del
virus
Si se encuentra presencia del virus, la máquina de PCR
mostrará una curva que luego será interpretada por los técnicos y científicos
del laboratorio, en relación a las características de esa señal y la historia
clínica del paciente.
Los resultados se transfieren a la base de datos del
Ministerio de Salud
Todo este proceso ocurre en medio del extenso predio
arbolado ubicado en el barrio porteño de Barracas donde conviven edificios
históricos, construidos hace más de 100 años que cuentan ya varios brotes
infecciosos y epidemias; y estructuras modernas. Parece una metáfora del campo
del conocimiento: el debate entre nuevas y viejas teorías, la experiencia y la
innovación. En el interior, algunos laboratorios son como cualquiera puede
imaginarlos con mosaicos claros, mesadas blancas, tubos de ensayo,
microscopios, botellas con líquidos. La tecnología de punta es lo que hace la
diferencia.
El Malbrán analiza 300 muestras al día. El tiempo del
reactor es de aproximadamente dos horas, pero el resto de los pasos llevan “más
de un día”, indicó Baumeister. Hoy son 141 los laboratorios que realizan los
testeos de Covid-19 en todo el país, una red construida a partir del brote de
la gripe H1N1 en 2009. La descentralización fue una de las primeras tareas que
el instituto que funciona en Capital Federal quería conseguir. “Evitar que la
muestra viajara”, según la investigadora, fue el objetivo principal.
No todo es testeo
Además de diagnosticar, el llamado "laboratorio del
Ministerio de Salud" se cargó al hombro la tarea de estudiar de cerca el
virus que, a la fecha, causó más de 250 mil muertes y contagió a más de 3
millones de personas alrededor del mundo. Para eso, necesitaba un punto de
partida: la secuenciación del genoma
¿De qué se trata? Es el proceso por el cual se determina la
secuencia completa del ARN o ADN de un virus. “Permite investigar al virus
desde diferentes aproximaciones, saber si los reactivos que usamos son los
correctos o hay que adaptarlos. También conocer cuáles son las cepas que
empiezan a circular en el país y cuáles son las prevalentes. Dato clave para el
momento en el que haya una vacuna”, explicó Baumeister a este diario.
Claudia Perandones, directora Científico Técnica, se sumó a
la mesa de la sala de reuniones donde los directivos del instituto reciben a
BAE Negocios. “Contale, Elsa, sobre la detección por inmunofluorescencia”,
anima a su colega sobre el logro más reciente del laboratorio.
“Cultivamos el virus en portaobjetos con células infectadas
para poder enfrentar el suero de los pacientes y saber si ahí hay anticuerpos o
no, de qué tipo y en qué cantidad. Además, es una manera rápida de saber si en
el plasma del individuo convaleciente para la enfermedad se puede usar para
pacientes que estén más graves”, cuenta con orgullo.
Perandones agrega: “Para todas las áreas que incluyan
Covid-19 hay un proyecto Anlis-Malbrán. Tanto para optimizar los diagnósticos
con PCR en tiempo real como para el desarrollo de estrategias terapéuticas,
ensayos en vivo con pacientes y hasta un test serológico propio”. Otro en
agenda es una aproximación ecológica de la pandemia: la búsqueda ambiental del
virus. “Toda la experiencia de detección en humanos la queremos trasladar hacia esos sectores para
poder ampliar y tener una visión más globalizada de la infección”, contó
Baumeister.
La posibilidad de llegar a todos
El pico de contagios (ahora previsto para junio) en
Argentina se estira a la par que se extiende la cuarentena obligatoria. “Quizás
no tenga forma de pico, no sabemos”, dice con incertidumbre Daniel
Cisterna, jefe del Servicio de Virología,
pero en algo está seguro: “Institucionalmente tenemos organizado todo el
sistema para hacer el diagnóstico a gran escala. Tenemos stock de insumos,
personal entrenado, y una base de datos de consulta de los hospitales efectores
sistematizada”.
Tienen también esquematizada la distribución de insumos a
las diferentes provincias. Entre ellos, los reactivos, la figurita difícil en
el álbum de la pandemia. “La competencia a nivel mundial es muy grande”,
asegura Cisternas pero aseguró que el stock está garantizado gracias a las dos
grandes compras que realizó el Ministerio de Salud y una tercera en licitación.
Los investigadores dicen que una sensación de alivio les
recorre cuando comparan la situación local con la de países vecinos. “Es
imposible no compararse con Brasil y no agradecer que las medidas de
restricción, los protocolos y la provisión de insumos haya sido a tiempo.
Argentina ha tenido un rol muy distinguido en saber cuál era la amenaza y poder
tomar las medidas necesarias”, advirtió la directora de Ciencia y Técnica.
Y agregó: “Nosotros tenemos la posibilidad de brindar el
diagnóstico a toda persona que cumpla con la definición de caso sospechoso sin
importar a qué segmento o sector del sistema de salud pertenece. Eso te da una
equidad, te da una garantía del sistema de salud de cobertura para aquel que
realmente lo necesita y nos permite saber en tiempo real como es la dispersión
viral en todo el país”.
Prueba de fuego
La pandemia requiere de acción y atención inmediata de la
ciencia alrededor del mundo. Pero aún así, hay urgencias y situaciones que el
laboratorio de Baumeister no puede dejar de atender. El sarampión, por ejemplo,
es otro de los temas de los que se ocupan y les preocupan, además de los virus
estacionales de los que se encargan todos los años y aún en este contexto, no
dejaron de estudiarlos.
A la entrevista con este medio, los investigadores llegaron
directo desde una reunión por videoconferencia y harán otra al término entre
pares. Son las 18 y aún les quedan horas de trabajo dentro de sus laboratorios.
No se quejan, aseguran que esta es “la prueba de fuego”. “Sentimos la satisfacción
de poder aportar para lo que nos preparamos desde siempre. La pandemia no la
podemos detener, si podemos reducir su impacto”, señaló Baumeister. Hoy más que
nunca, se intensifica su entrega y energía: El sonido ambiente de los
trabajadores de la salud pública.
Fuente: BAE Negocios - Ver más sobre Ciencia