Los casos y decesos por paludismo aumentaron notablemente entre 2019 y 2020, cuando los recursos de los sistemas de sanidad se desviaron para atender la emergencia del coronavirus, reporta la agencia sanitaria mundial, aunque aclara que pudo ser mucho peor.
El surgimiento y propagación del coronavirus obligó a los sistemas sanitarios de todos los países a centrar sus trabajos en la atención de los casos de COVID-19, interrumpiendo la prestación de otros servicios médicos. Esta alteración generó un aumento en los cuadros y muertes por malaria, señaló este lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según el nuevo Informe Mundial sobre Paludismo, elaborado por esa dependencia de la ONU, las suspensiones de la atención a la malaria contribuyeron a 14 millones de casos y 69.000 muertes por esa enfermedad.
El estudio revela que dos tercios de esos decesos adicionales -47.000- estuvieron relacionados directamente con la falta de servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento del paludismo a causa de la pandemia.
No obstante este incremento, el director del Programa Mundial contra el Paludismo de la OMS afirmó que no llegó a materializarse el peor escenario.
En la presentación del informe a la prensa en Ginebra, el doctor Pedro Alonso explicó que la OMS había proyectado originalmente que las muertes por paludismo se duplicarían en África subsahariana y que, en cambio, el aumento alcanzó sólo un 12% entre 2019 y 2020.
“Es una buena noticia. Gracias a los arduos esfuerzos realizados, podemos afirmar que el mundo ha logrado evitar el peor de los panoramas de muertes por paludismo”, dijo Alonso.
Los mosquiteros son una herramienta importante para protegerse de los piquetes de mosquitos transmisores de la malaria.
Campañas incompletas
El informe indica sólo el 58% de los países completó las campañas de distribución mosquiteros tratados con insecticida en 2020, y la mayoría de ellos tuvo retrasos importantes en esas entregas.
Según los datos de los 65 países que integran el informe, en 2020, 37 naciones dieron cuenta de interrupciones de entre 5% y 50% en los servicios de diagnóstico y tratamiento de la malaria.
En 2021, 15 países reportaron interrupciones parciales y seis más, interrupciones graves.
El doctor Alonso destacó que una nueva metodología para hacer el estudio permitió ver que, con 7,8%, la proporción de las muertes de niños menores de cinco años es superior al 4,8% que se calculaba.
“Ahora tenemos un mejor cálculo. La cantidad real de decesos por paludismo fue de 627.000 en 2020”, precisó.
El informe halló una reducción del 27% en la incidencia de casos de malaria de 2000 a 2020 con una tendencia general a la baja en la tasa de mortalidad.
África
En la región de África de la OMS se documentó el 95% de los casos y el 96% de las muertes mundiales por paludismo en 2020. Sin embargo, hubo un decremento del 49% en la tasa de mortalidad por paludismo entre 2000 y 2020.
De acuerdo con el estudio, entre 2000 y 2020 se evitaron 1700 millones de casos y 10,6 millones de muertes por malaria, casi todas en en ese continente.
El doctor Alonso planteó que, desde antes de la pandemia, los avances contra la enfermedad estaban disminuyendo, una situación que se exacerbó con la llegada del COVID-19. “Nos alejamos cada vez más de alcanzar los hitos de 2020 de la estrategia mundial contra el paludismo”, lamentó.
Detalló que cuando empezaba a cobrar impulso una nueva estrategia para el control de la enfermedad para los países con alta cargo de malaria surgió el COVID-19 y cambiaron las prioridades.
Avance disparejo
La OMS destacó que el progreso contra la malaria sigue siendo desigual. Muchos países con una carga baja de la enfermedad avanzan de forma constante hacia el objetivo de su eliminación.
Así, El Salvador y China fueron certificados como libres de malaria por la OMS en 2021, pero la mayoría de los países con una alta carga de paludismo ha sufrido reveses y está perdiendo terreno.
El informe advierte que la situación continúa siendo precaria, especialmente en África subsahariana, donde una serie de amenazas que incluye conflictos armados y desastres climáticos, entre otros problemas, dificulta los esfuerzos de control de enfermedades.
Sin una acción inmediata y acelerada, se perderán las metas clave para 2030 de la estrategia técnica mundial de la OMS para la malaria y es posible que se retroceda terreno adicional, alerta el documento.
Entre los objetivos de dicha estrategia destaca la reducción del 90% en la incidencia mundial de la malaria y las tasas de mortalidad para 2030.
Para encaminarse a ese objetivo, el informe recomienda el uso amplio de la vacuna contra la malaria. “Es factible de administrar, es segura, tiene un impacto en la salud pública y es rentable”, aseveró el doctor Alonso.
La OMS enfatizó también que hace falta más inversión en el combate a la enfermedad.
“El financiamiento también se ha estancado. Estamos un 50% por debajo de los requerimientos para 2020”, especificó y añadió que hará falta triplicar las inversiones anuales para 2030.
América Latina
En América Latina los casos de malaria se redujeron en un 58%, de 1,5 millones a 0,65 millones, y la incidencia de casos en un 67% entre los años 2000 y 2020. Asimismo, las muertes por paludismo disminuyeron un 56%, de 909 a 409, y la tasa de mortalidad bajó en un 66%. La mayor parte de los decesos -77%- fue en adultos.
El informe señala que en las últimas dos décadas el avance en la región ha sido afectado por un aumento de casos en Venezuela, donde se registraron 35.500 pacientes con paludismo en el 2000 y los enfermos llegaron a 467.000 en 2019. En 2020, los cuadros disminuyeron a 232.000 debido a las restricciones de movimiento durante la pandemia de COVID-19 y a la escasez de combustible que afectó a la industria minera, el principal contribuyente al aumento reciente de malaria en el país.
Los países con incrementos sustanciales en 2020 respecto a 2019 fueron Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá y Bolivia.
Venezuela, Brasil y Colombia representaron más del 77% de todos los casos de la región.
Argentina, El Salvador y Paraguay se certificaron como libres de malaria en 2019, 2021 y 2018, respectivamente. Belice notificó cero casos de malaria por segundo año consecutivo.
Fuente: ONU