La directora General de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), la doctora Margaret Chan, se ha propuesto el reto acabar, o al menos
reducir, la prevalencia de obesidad infantil y, para ello, ha abierto una
cruzada contra la industria alimentaría de productos azucarados y
ultraprocesados, a los que destierra fuera del desarrollo de las políticas de
salud pública y de cualquier iniciativa técnica de la OMS.
"La industria alimentaria no debe tener ni voz ni voto
en la orientación técnica emitida por la OMS, y no puede participar en la
formulación de políticas de salud pública. Ambas áreas son propensas a
conflictos de intereses. Ambos deben ser protegidos de la influencia de las
industrias con un interés personal", ha afirmado este lunes durante la apertura
en la Tercera reunión de la Comisión de Finalización de Obesidad Infantil
celebrada en Hong Kong.
En un informe dado a conocer este lunes se recuerda que
estas industrias buscan acuerdos voluntarios y se oponen firmemente a los
enfoques normativos. "Ambas industrias son poderosos agentes económicos.
El poder económico se traduce fácilmente en el poder político", ha
advertido.
Los mayores daños provienen de la comercialización de
bebidas no alcohólicas ricas en azúcar y los alimentos ultra-procesados, ricos
en energía y pobres en nutrientes, que suelen ser los más baratos y más
fácilmente disponible, especialmente en las comunidades más pobres.
La directora de la organización da la bienvenida a las
iniciativas voluntarias pero recuerda que "no son susceptibles de ser
suficiente". Así, el informe recuerda que parte del trabajo debe estar
enfocado al establecimiento, compromiso transparente constructivo por parte del
sector privado y de políticas de apoyo a la producción de alimentos más
saludables.
Ya que para tener éxito en la lucha contra la obesidad
infantil, considera que los esfuerzos deben ir encaminados a reducir la venta
de estos productos no saludables y, para ello, ha vuelto a pedir la puesta en
marcha de enfoques reglamentarios y estatutarios, es especialmente medidas que
aumenten el precio de estos productos. Como se señala en el informe, ha
recordado, "el impacto de las medidas tributarias en el comportamiento de
compra es bien apoyada por la evidencia".
Por otro lado, se han incluido opciones políticas novedosas,
como la de establecer un perímetro alrededor de las escuelas donde se limite la
venta de alimentos y bebidas poco saludables; así como la necesidad de definir
la responsabilidad moral de la obesidad infantil.
Responsabilidades
En este sentido, la OMS se muestra contraria a culpar a la
población infantil o a su estilo de vida de la obesidad que les afecta.
"Ninguno de los factores que causan la obesidad están bajo el control del
niño. La obesidad infantil no surge de un estilo de vida realizados por el
niño. Surge de ambientes creados por la sociedad y con el apoyo de las
políticas gubernamentales", afirmó tajantemente Chan.
En cuanto al argumento de que la obesidad es el resultado de
un estilo de vida, ha lamentado que ésta excusa sea usada por los gobiernos a
la hora de ver de quién es la responsabilidad de intervenir. A su juicio, como
se señala en el informe, "la conclusión coloca la responsabilidad moral en
todas las sociedades, y les provoca a actuar en nombre del niño para reducir el
riesgo de obesidad a través de una variedad de acciones".
El informe, realizado por la comisión nombrada para acabar
con la obesidad infantil, recuerda la complejidad del problema -
"especialmente testarudo de abordar", ha afirmado Chan-, y aboga por
atacar el problema con un "pensamiento nuevo", subrayando la
necesidad de un enfoque múltiple que involucra a múltiples sectores no
sanitarios.
Fuente: Diario El Mundo - Ver más noticias de la OMS