Ya existen estudios en el mundo, así como publicaciones que
profundizan el análisis para determinar cuánto influye un menor acceso a la
educación en la salud y el bienestar de las personas. Es aceptado que la salud
y el bienestar no dependen de aspectos únicamente médicos. En verdad, cada vez
más se comprueba que existe una conexión del todo. Lo que antes parecía que
nada tenía que ver con la sanidad hoy se sabe que ejerce una influencia
significativa en términos de esperanza de vida. La Organización Mundial de
Salud, a través de su comisión sobre Determinantes Sociales ha señalado que “la
injusticia social está acabando con la vida de muchísimas personas”. Y las
desigualdades sociales en salud son visibles y las diferencias encuentran en
flagrante desventaja a los más desfavorecidos. Miremos a nuestro interior como
país y observaremos con nitidez este fenómeno. A mejor condición social, una
prestación en salud de mayor calidad. Algo similar sucede en la educación,
aunque nos esforcemos por negarlo. Leímos recientemente a Miguel Hernández,
catedrático y presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y
Administración Sanitaria, que decía: “una mejor educación se asocia a una vida
más larga, porque aquellos que tienen mayor nivel educativo son más propensos a
tener los recursos y el conocimiento para seguir comportamientos más
saludables, ganar más dinero y vivir con menos estrés crónico”. Agregaba: “el
nivel educativo que una persona alcanza se relaciona con su nivel de
alfabetización y su nivel de conocimiento de la salud, y esto está vinculado
con sus conductas: a mayor nivel educativo, mejor nutrición, se hace más
ejercicio y se consumen menos drogas”.
Abundaba: “con una mejor educación mejora la respuesta
frente a la enfermedad: el paciente tiene una mayor adherencia a los
tratamientos y a las pautas terapéuticas”. Antoni Trilla, jefe de epidemiología
del Hospital Clinic de Barcelona apunta: “si queremos hacer una verdadera
promoción de la salud, un aspecto clave es la educación”. El indagar acerca del
infortunio de la baja educación realza la importancia de lo que los salubristas
definen como “salud en todas las políticas”. Conclusión: mejorar el nivel
educativo contribuye eficazmente a no perpetuar la pobreza. Según datos de
UNICEF, si todos los niños del mundo aprendieran a leer, 171 millones de personas
abandonarían su situación de pobreza absoluta.
Norberto Rodríguez
Secretario general de la Asociación Cristiana de Jóvenes
(ACJ-YMCA)
Fuente: Diario Clarín