La problemática es una de las causas principales de abandono
escolar, y un condicionante del futuro de las mujeres. La visión simplista de
algunos sobre el mero acceso a un plan social, minimiza la compleja realidad de
jóvenes en riesgo.
El embarazo adolescente es una de las principales causas de
la deserción escolar en las mujeres, que las condiciona de manera decisiva para
su futuro laboral. Las madres adolescentes constituyen un fenómeno consolidado
en los últimos 20 años en el país, según reconocen estudios de Unicef, con
variaciones leves cada año, según las estadísticas del Ministerio de Salud de
la Nación.
Ello ha llevado también a que casi la mitad de los niños
nacidos tienen madres que no finalizaron sus estudios secundarios.
Los datos estadísticos revelan una realidad que
recurrentemente en los últimos años –por preconceptos políticos o ideológicos–
ha sido endilgada y suele ser simplificada incorrectamente a que la causa del
embarazo adolescente corresponde a la Asignación Universal por Hijo.
El abandono de la escuela trae consecuencias profundas y
casi irreversibles: prácticamente condena a la exclusión y pobreza, a la falta
de oportunidades para progresar, a mujeres y a sus hijos, por el lugar o
realidad donde nacieron.
La educación constituye el pilar para superar una realidad,
y allí donde algunos observan la cómoda recepción del plan social, hay un
fracaso de estrategias públicas –del gobierno nacional y de los estados
provinciales–, tanto en materia educativa como de salud.
Las leyes de educación sexual, nacional y provincial, tienen
más de una década de vigencia, y prácticamente no se aplican. Solo hay intentos
acotados o políticas que tienden a justificar el "hacer algo", más
que instruir y brindar conocimientos en forma sistemática e integral. Tampoco
hay estrategias para intentar acompañar a las madres adolescentes.
Como un aporte a la realidad de la mujer en Paraná, un
reciente estudio realizado por el Área de la Mujer de la Municipalidad de
Paraná reveló que casi un 35% de las mujeres no tienen estudios secundarios
completos, y entre las razones de esa deserción, sobresale el embarazo
adolescente, en prácticamente una de cada tres mujeres. Pero en el caso de las
niñas y adolescentes, es una de cada dos.
En los últimos años, desde la entrada en vigencia de la
Asignación Universal por Hijo –y en particular cuando se amplió el beneficio se
amplió a las embarazadas–, desde algunos sectores se ha insistido que fue el
causal de la mayor cantidad de embarazos adolescentes. El tema es recurrente,
porque la problemática es grave: de cada 10 chicos que nacen, aproximadamente
dos tienen madres adolescentes.
Días atrás, una polémica apreciación tuvo la militante
social macrista Margarita Barrientos, quien aseveró que "las chicas se
embarazan para tener un sueldo". Semanas antes, el diputado correntino
Javier Dindart fue desplazado de la Presidencia de la Comisión de Niñez y Adolescencia
de esa cámara legislativa nacional, luego de afirmar que las adolescentes en
situación de pobreza se embarazan para cobrar planes sociales. Antes había
hecho punta, en 2011, el ex candidato a gobernador de Santa Fe por el PRO,
Miguel Del Sel.
Más allá de miradas y posturas ideológicas, plantear que las
niñas y adolescentes de sectores más carenciados buscan quedar embarazadas para
recibir un subsidio no sólo es minimizar la verdadera problemática, sino es un
modo violento y estigmatizante de señalar a quienes están casi condenadas a la
exclusión y pobreza, por el lugar o realidad donde nacieron.
Estadísticas en perspectiva
En realidad, las estadísticas del Ministerio de Salud de la
Nación no muestra que haya un brusco cambio por el nuevo plan social: más bien
hay una realidad no atendido en términos educativos o sanitarios, o la falta de
entendimiento a una nueva situación de precocidad sexual y de escasa
información, que no es exclusiva de la realidad argentina. Está claro,
justamente, que el embarazo adolescente es un fenómeno que se concentra en los
sectores más bajos y carenciados de una sociedad: pasa acá y en el mundo.
Sin embargo, las estadísticas del Ministerio de Salud de la
Nación e incluso un informe presentado esta semana por Unicef al gobierno
nacional confirma que en el país, el porcentaje de recién nacidos de madres
adolescentes (menores de 20 años) respecto al total de nacimientos no ha tenido
mayores variaciones, manteniéndose en valores cercanos al 15% en los últimos 20
años. Allí se remarca la desigualdad entre las provincias, al advertir por
valores superiores al 20%, en jurisdicciones como Formosa y Chaco con 25%;
Misiones 22% y Catamarca, Corrientes y Santiago del Estero 21,2%. Justamente,
en esos lugares es donde más pobreza hay, y menos instrucción educativa y
acceso a políticas públicas de educación y de salud: no es el plan social; sino
una cadena de factores lo que motivan que se produzcan allí más casos.
En Entre Ríos, las últimas cifras oficiales del año 2014 dan
cuenta que del total de esa franja etaria, un 17,7% es madre de un niño; en el
2011 ese porcentaje había sido de 18,3%; y una década atrás, en 2005, alcanzó
al 17,9%.
La provincia está por encima del promedio de la Región
Centro, establecido en 13,4%, debido a los índices de 6,8% en Ciudad de Buenos
Aires; 13,5% en provincia de Buenos Aires; 13,8% en Córdoba y 16,3% en Santa
Fe.
Por encima de esos valores están las provincias de la Región
Noreste y Noroeste, con porcentajes promedios de 23,3% y 20%, respectivamente.
Si se compara la evolución del embarazo adolescente en más
de 10 años, se puede observa que en el caso del país, pasó de 13,8% en 2005, a
15,8% en 2009 y quedó cerca en 2014 –última cifra anual disponible– en 15,7%.
Si se traza la comparación interanual en la Región Centro,
pasó de 12% en 2005, a 13,9% en 2009 y bajó respecto a esa medida, a 13,4% en
2014.
Consejo de la Niñez y Adolescencia
Que la estadística se mantenga de algún modo casi
inalterable, en los mismos valores, exige otra reflexión más profunda: "El
69% de estos embarazos no fue intencional", concluyó como uno de los temas
centrales de la 25° sesión del Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y
Familia, realizada esta semana en la Casa Rosada.
"Hay que dar el debate, poner blanco sobre negro,
decirnos la verdad respecto al embarazo adolescente y acordar líneas de acción
en este sentido, porque cuando hablamos de esto estamos hablando de jóvenes en
riesgo", aseguró la ministra Carolina Stanley, que estuvo esta semana en
la capital provincial. Y agregó: "Necesitamos alzar la voz, dar una
respuesta seria a esta problemática y poner manos a la obra, porque nuestras
chicas no pueden esperar".
En ese ámbito en Buenos Aires estuvieron también Yael
Bendel, secretaria nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, Florence Bauer,
responsable de Unicef en Argentina, Julia Pomares, directora ejecutiva del
Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento
(CIPPEC), especialistas invitados de Chile y Uruguay y representantes de todas
las provincias.
Florence Bauer resaltó que las cifras de adolescentes
embarazadas son altas, "ya estamos hablando del 15% de las jóvenes de todo
el país", y alertó: "En algunas provincias sube al 25% y en ciertos
municipios hasta el 40%. Son cifras extremadamente altas y que se mantienen
constantes".
La representante de Unicef señaló: "En el 70% de los
casos las adolescentes dicen que no desearon ese embarazo; esto nos plantea la
falta de acceso a la información sobre cómo evitarlo", y agregó: "La
situación se agrava "cuanto más baja es la edad de la madre, ya que se
plantea la posibilidad de que sea fruto de una relación asimétrica o del abuso
sexual y que la joven no reciba los cuidados prenatales necesarios".
Fuente: Diario UNO (Entre Ríos) - Ver más sobre Adolescencia