Son las que se aplican contra el tétanos y la difteria, la
hepatitis B, la antigripal y la inmunización del neumococo. El 62% de las
personas mayores de 65 años no está al día con ellas. La OMS lo recomienda para
una vida más larga.
Desde fines del siglo XVII existen las vacunas, que son las
“herramientas” para que el cuerpo humano reconozca microorganismos como
extraños y produzca sus propias defensas. Ya existen vacunas contra 25
enfermedades. En el imaginario popular, están asociados al pinchazo en niños
asustados. Sin embargo, las vacunas también son un asunto de los grandes. En la
Argentina, las personas mayores tienen garantizado el acceso a 4 vacunas
eficaces y seguras que les reducen el riesgo de enfermedades que pueden
producir complicaciones y desencadenar la muerte, aunque muchos las desconocen
y no las reciben en el momento que corresponde.
“No todos los adultos mayores saben aún que necesitan
recibir vacunas que están en el calendario oficial. Ni tampoco saben que están
disponibles de manera gratuitas en hospitales y centros de salud”, dijo a
Clarín Carla Vizzotti, médica infectóloga y jefa de inmunizaciones del
Ministerio de Salud de la Nación. El desconocimiento se debe a que desde su origen
las políticas públicas sobre inmunizaciones se enfocaron en los niños, pero
durante los últimos 10 años la Organización Mundial de la Salud impulsa una
transición hacia el resto de la población.
“El resultado de la investigación científica de tantas
décadas llevó al desarrollo de nuevas vacunas y al descubrimiento de que había
otros sectores de la población que son más vulnerables a las complicaciones de
las enfermedades, como es el caso de la gripe o la neumonía. Por esto, el mundo
está en un cambio: es una transición desde el niño a su familia. Con las
inmunizaciones a grupos de riesgo, se busca reducir la mortalidad por las
enfermedades prevenibles”.
Las cuatro vacunas obligatorias que están en el calendario
oficial de inmunizaciones del Ministerio de Salud de la Nación para las
personas mayores son: la doble adultos contra el tétanos y la difteria, la
vacuna contra la hepatitis B, la antigripal y la inmunización contra el
neumococo, que es una bacteria que se transmite de persona a persona a partir
de la tos o estornudos y puede producir neumonías. Además, de manera opcional,
algunos médicos sugieren la vacuna contra el virus herpes zóster –que causa el
trastorno popularmente conocido como “culebrilla”. La aconsejan para los
adultos mayores de 50 años (hayan padecido o no la enfermedad).
La última encuesta de factores de riesgo del Ministerio de
Salud de la Nación indagó en la cobertura de vacunación para la población, y
detectó las diferencias en el acceso entre las distintas edades.
La vacuna doble debe ser recibida por toda la población
adulta con refuerzos cada 10 años. Pero el 62% de las personas mayores de 65
años no está al día con esa inmunización. Es decir, esas personas no están
protegidas contra el tétanos, que es una infección grave causada por una toxina
generada por una bacteria y que se puede transmitir por heridas, punciones
sucias o quemaduras en cualquier persona no vacunada. Al no contar con la
vacuna doble, tampoco están protegidas contra la difteria, otra infección
bacteriana que se propaga fácilmente a través de los estornudos y la tos. Si
bien desde 2007 no hay registro de nuevos casos de difteria en la Argentina, la
vacuna es obligatoria. “En 2012, hubo un brote de difteria en Bolivia, con
fallecidos. No hubo afectados aquí. Pero necesitamos que la población que no
haya recibido el refuerzo de la vacuna doble que le corresponde, se acerque
para protegerse”, subrayó la infectóloga Vizzotti.
La vacuna contra la hepatitis B –que es una infección viral
que afecta al hígado y se transmite por contacto con la sangre u otros líquidos
corporales de una persona infectada– tampoco es común entre los mayores. El
91,5% de los mayores no se había protegido contra esa infección, a pesar de que
en el país la vacuna es gratuita y obligatoria desde hace dos años. En el
mundo, más de 686.000 personas mueren cada año porque el virus de la hepatitis
puede producir cirrosis y cáncer hepático en las personas no vacunadas. La mayoría
de los que la contraen no tiene síntomas: se detecta por un análisis de sangre.
Algunos inicialmente tienen náuseas, vómitos, falta de apetito, cansancio, y
orina oscura. Para estar protegidos, los adultos tienen que recibir 3 dosis de
la vacuna de la hepatitis B. La segunda dosis se debe dar un mes después de la
primera dosis. La tercera dosis se debe aplicar a los 6 meses de haber recibido
la primera dosis.
Otra gran desconocida para los mayores es la vacuna contra
el neumococo. Se debe recibir una dosis después de los 65 años. Pero sólo el
23% de las personas mayores acude a colocársela. Esa única dosis brinda
protección contra las cepas más frecuentes del neumococo, una bacteria que se
transmite de persona a persona a partir de la tos y los estornudos. Puede
producir enfermedades como la neumonía y la meningitis.
En cambio, la vacuna contra la gripe sí es más frecuente
entre los mayores, después de muchos años de campañas públicas a favor de la
inmunización. El 55,3% de los mayores la recibe anualmente, ya que se trata de
una inmunización que se modifica cada año porque las cepas del virus de la
gripe que circulan van cambiando. Se sabe que las personas mayores que no están
vacunadas, pueden padecer complicaciones si adquieren el virus. Otros grupos de
riesgo son las embarazadas, los bebés entre 6 y 24 meses, las mujeres que
tuvieron hijos si no la recibieron durante el embarazo, los trabajadores de la
salud y las personas con enfermedades respiratorias u otras enfermedades
crónicas o graves. La gripe no es un asunto superficial: durante 2016,
fallecieron 283 personas en el país por complicaciones de la gripe. En todos
los casos, no se habían vacunado aunque estaban en grupos de riesgo. Esto
significa que esas muertes eran prevenibles con la vacuna antigripal.
Además, los mayores de 50 pueden beneficiarse con la vacuna
contra el virus que causa la “culebrilla”. En realidad, es el mismo virus que
causa la varicela en los niños, pero puede permanecer en el cuerpo y generar la
“culebrilla” en los adultos. “El virus herpes zoster puede reactivarse después
de los 50 años o en personas con el sistema inmune debilitado”, contó a Clarín
Daniel Stamboulián, presidente de la Fundación Centro de Estudios
Infectológicos e integrante de la Coalición Mundial sobre Vacunación para
adultos de la Federación Internacional de la Vejez.
La reactivación del virus genera erupción en la piel y
cosquilleo. Una de cada 4 personas enfrentan además un dolor invalidante que
puede durar meses o años y se llama “neuralgia postherpética”. Para prevenir
que el virus “se reanime” y evitar la complicación, los mayores de 50 se pueden
colocar una dosis única contra el herpes zóster, que es una versión más
concentrada de la vacuna contra la varicela que reciben los niños. La vacuna no
está incluida en el calendario oficial de la cartera de salud nacional. Tiene
descuentos por obras sociales y prepagas. El 15 de setiembre pasado, un estudio
publicado en la revista New England Journal of Medicine reveló que una vacuna
experimental protege al 90 por ciento de los adultos mayores de 70 años. Y los
efectos siguen cuatro años más tarde.
Puede ser tétanos, difteria, hepatitis, gripe, neumonía,
culebrilla. Son todas enfermedades que pueden afectar a los grandes, quienes
están aumentando su presencia en la sociedad actual. Para el año 2050 habrá 3
veces más personas mayores de 65 años, y el temor es que el sistema de salud no
pueda contener el impacto de semejante cantidad de personas. Por eso, hay
especialistas que hoy apuntan a generar conciencia sobre todo lo que se puede
hacer hoy, para no lamentar en el futuro.
“Estamos transitando la revolución de la longevidad”, afirmó
Silvia Gascón, directora de la maestría en gerontología de la Universidad
Isalud. En poco tiempo, la Argentina tendrá más mayores de 60 años que menores
de 15. Eso implica un cambio: la pirámide con una gran base de jóvenes y una
pequeña cúspide de mayores está adoptando una forma cuadrada por la presencia
de más personas en su cúspide y menos en su base. “La gente vive más años. Pero
hay que apostar a que se vivan más años con calidad de vida. Las vacunas ya
disponibles y las que vendrán, el mejoramiento de los servicios de atención
médica, y los diferentes tratamientos podrán contribuir mucho en esa
dirección”, sostuvo.
Uno de los obstáculos es que sobreviven mitos que
desalientan a los mayores a vacunarse a tiempo. “Al recibir las vacuna, los
mayores contribuyen a controlar la circulación de gérmenes que pueden afectar
también al resto de la población”.
Según Moisés Schapira, profesor de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Buenos Aires, miembro de la comisión directiva de la
Sociedad Argentina de Geriatría y Gerontología, y director médico del Centro de
rehabilitación y cuidados continuos Hirsch, “las vacunas obligatorias que son
útiles para los adultos son un derecho. Además, sirven para proteger a los
demás. Pero el desconocimiento de las personas mayores, de sus familiares y de
la comunidad médica pone una barrera en el acceso”.
En cada consulta, “el médico debería preguntar si el
paciente tiene las vacunas al día, además de indagar por el consumo de alcohol,
tabaquismo y la actividad física”, sugirió Schapira. Otro error de la gente es
creer que las vacunas hacen daño. “En el caso de la vacuna antigripal, la persona
puede sentir un dolor muscular. Pero el beneficio supera ampliamente a ese
efecto adverso menor”. También hay que considerar que en los mayores, el
sistema inmune está más debilitado. Esto implica que “el cuerpo cuenta con una
menor memoria inmunológica en comparación con el de una persona joven. Por eso
–señaló Schapira–, la vacuna puede resultar menos eficaz. Pero es mejor que no
recibir nada”. El lavado frecuente de manos es otra gran medida de prevención.
En los hospitales públicos, están tratando cada vez más de invitar a los
grandes a ponerse las vacunas cuando llevan a los chicos. Una manera de cuidar
más a los mayores.
Fuente: Diario Clarín - Ver más sobre Vacunación