El equipo está en etapa experimental. Se usaría solo en el
caso de que se agrave la emergencia sanitaria.
Todo arrancó hace más de un mes, cuando se empezaron a
escuchar las noticias de muertes por coronavirus en Europa, sobre todo en
España e Italia. Preocupados por la situación, un grupo de especialistas de la
Universidad de Buenos Aires (UBA), de diversas disciplinas, se juntaron para
ver cómo podían colaborar ante la posibilidad que un panorama así llegara a la
Argentina.
De esta forma nació el proyecto RespirAR UBA, que se puso
como objetivo diseñar y producir insumos y equipamiento médico, de bajo costo y
rápida disponibilidad, que pudiera ayudar ante una posible emergencia
sanitaria. El proyecto está liderado por Hernán Svoboda, director del
Departamento de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
Para conocer en detalle qué se necesitaba en materia
hospitalaria, el equipo se puso en contacto con el personal del área de terapia
intensiva del Hospital de Clínicas y de allí surgió la idea de crear, entre
otras cosas, un dispositivo para que dos pacientes -o más- puedan usar un mismo
respirador al mismo tiempo.
Después de seis semanas de trabajo el prototipo ya está
listo y empezó a ser puesto a prueba en simuladores capaces de reproducir
diferentes patologías, inclusive la producida por el Covid-19. En caso de pasar
todas las pruebas, el equipo se usaría solo en el caso de que se agrave la
emergencia sanitaria.
El dispositivo, al que le pusieron como nombre ACRA
(Ampliación de las Capacidades de Respiradores Artificiales), fue probado en la
facultad de Veterinarias y se hicieron validaciones con pulmones artificiales
en la Asociación Argentina de Anestesia de Buenos Aires. Funciona bastante
bien”, le dijo Svoboda a Clarín.
En el equipo interdisciplinario de especialistas también
trabaja Guillermo Artana, que es el director del laboratorio de Fluidodinámica
de la Facultad de Ingeniería, donde se llevó adelante el diseño y desarrollo
del dispositivo, y explica cómo funciona:
“El médico regula manualmente el sistema de válvulas para
fijar el flujo que le va a llegar a cada uno los pacientes y un valor de
interés que es la presión al final de la espiración. Tiene la particularidad
que cuando el médico regula parámetros desde la interface de un paciente, el
del otro no se ve modificado. Los dos pacientes están en ese sentido
independizados entre sí. Los componentes que usamos son solo mecánicos y no hay
electrónica alguna”, describe Artana, quien cree que el sistema podrá ser usado
de manera segura en una ventana de tiempo relativamente amplia, de modo que
permitirá la liberación de respiradores ocupados por otros pacientes en las
salas.
Si bien Artana y su equipo llevan sólo 45 días de trabajo,
el sistema se encuentra en una etapa avanzada de desarrollo. “Esperamos
extender ese testeo en los hospitales de la UBA, así como también en otros
hospitales de CABA. Esto tiene el objetivo de lograr introducir correcciones al
dispositivo en base a la opinión de los médicos pero también a que ellos logren
una familiarización con la interface”, reconoce el profesional.
Todavía falta la autorización del ANMAT, pero Hernán Svoboda
confía en que se pueda aprobar excepcionalmente un “uso compasivo” de estos
equipamientos, como se ha hecho en otros países, basadas en pruebas menos
extensas, dada la emergencia.
Fuente: Diario Clarín - Ver más sobre Innovaciones en Salud