El ente de la ONU en el país calculó que el ciclo
kirchnerista terminó con 30,2% de la población de 0 a 17 años en ese estado;
hay 1,1 millones en situación extrema.
Cristina Kirchner terminó su mandato presidencial con cuatro
millones de chicos sumidos en la pobreza. Esto significa que tres de cada diez
niños eran pobres en la Argentina a fines de 2015. Pero hay un número más
preocupante aún: cerca de 1,1 millones de esos chicos de entre 0 y 17 años
subsistía en la pobreza más extrema, pese a los años de crecimiento a
"tasas chinas" durante la última década.
Los datos se desprenden de un documento elaborado por la
filial local de Unicef titulado "Bienestar y pobreza en niñas, niños y
adolescentes en la Argentina". Los cálculos se hicieron sobre la base de
números oficiales, pero con una metodología multidimensional de la pobreza, que
no se realiza con el cruce entre ingresos y una canasta de consumo que se
actualiza por inflación, sino con la detección de diferentes privaciones (en
este caso, 28 rubros). Tales indicadores, estima el informe, van desde la
nutrición de los niños hasta su exposición a la violencia.
Según el estudio, el 30,2% de los niños de entre 0 y 17 años
del país era pobre a fines del año pasado, y un 8,4% era extremadamente pobre.
Los primeros sufren un promedio de 5,7 privaciones, mientras que los segundos
suman ocho.
Los 28 indicadores se agrupan -señaló- en diez dimensiones
asociadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Convención sobre los
Derechos del Niño: nutrición, salud, educación, información, saneamiento,
vivienda, ambiente, violencia, trabajo y juego e interacción.
Los indicadores que sirven para evaluar las privaciones
están construidos con datos de la Encuesta de Indicadores Múltiples por
Conglomerados, impulsada por Unicef y realizada en la Argentina entre 2011 y
2012, y actualizada con números de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de
2015.
Jorge Paz, Sebastián Waisgrais y Javier Curcio -autores del
trabajo- explicaron a LA NACION que no existen cifras para comparar lo sucedido
en la última década con este tipo de índices, pero que los datos que analizaron
indican que esta pobreza núcleo se mantuvo estable en el tiempo, con una
reducción entre 2005 y 2010 y un avance en los últimos cinco años.
Incluso LA NACION relató en septiembre pasado que el Indec
de Guillermo Moreno había avanzado en 2011 con un proyecto de índice
multidimensional de pobreza, pero decidió darlo de baja en 2014 sin publicarlo,
luego de que le presentaron los datos a Axel Kicillof. Ese indicador reflejaba
una pobreza multidimensional general de 25,8% para 2012.
Desde fines de diciembre, el nuevo Indec de Mauricio Macri
no difunde índices de pobreza e indigencia. El primero -tras nueve años de
destrucción de la Encuesta Permanente de Hogares impulsada por el kirchnerismo-
se dará a conocer el 28 de septiembre, según el calendario del organismo. Una
semana antes (el 22 de ese mes) se publicarán las canastas básica y
alimentaria. No será un dato multidimensional, sino uno basado en los ingresos
del grupo familiar.
Los últimos datos alternativos sobre pobreza e indigencia
los publicó la Universidad Católica Argentina (UCA) a comienzos de abril.
Estimó que a fines de 2015 había en el país un 29% de pobres (por ingresos).
Además, proyectó que las primeras medidas del Gobierno habían derivado en la
creación de 1,4 millones de nuevos pobres. La universidad también difundió un
índice multidimensional: según ese número, más de la mitad de los argentinos
sufre alguna carencia o privación.
La decisión sobre el uso o no de un índice multidimensional
está justificada. Según Unicef, entre un 18 y un 22% de los niños que no son
pobres por ingresos sí lo son por dimensiones no monetarias. "La situación
más compleja se da de los 0 a los 5 años, en la primera infancia", explicó
Waisgrais, especialista en monitoreo y evaluación de programas de Unicef.
"Las probabilidades de caer en la pobreza o de sufrir más privaciones
están muy relacionadas con la situación laboral de cada jefe de hogar. Impacta
mucho la inestabilidad en el empleo y si se trata o no de un asalariado
registrado", agregó Paz, impulsor del estudio. Esas probabilidades
aumentan 3,4 veces en estos casos.
La educación también es un factor clave a la hora de definir
la pobreza multidimensional. Según Waisgrais, es once veces más probable que
una persona caiga en la pobreza cuando el jefe de hogar no terminó la escuela
primaria. También existe una consideración regional, que es significativa. La
probabilidad de ser pobre de un niño que reside en el noroeste argentino es 6,5
veces más alta que la de uno que vive en la ciudad de Buenos Aires.
"Cuando se mira sólo la pobreza por ingresos, se deja
fuera de las mediciones a uno de cada cinco chicos", justificó Waisgrais.
De acuerdo con la medición de Unicef, las privaciones en información (acceso a
Internet, TV, teléfono fijo y móvil, computadora), protección contra la
violencia doméstica, salud y tiempo para jugar son, en ese orden, las más
significativas en la Argentina. Esas cuatro dimensiones explican un poco más
del 63% de la pobreza.
"El país no puede seguir sosteniendo que la pobreza
infantil es una deuda pendiente", criticó Waisgrais, y cerró: "Hay
que poner esta situación en la agenda rutinaria de las estadísticas para poder
definir políticas públicas de intervención, con una mirada más integral sobre
la pobreza y la indigencia".
Números del flagelo social
30,2% Pobreza
Es el porcentaje de niños pobres en 2015
8,4% Pobreza extrema
Es el porcentaje de chicos que terminaron 2015 con ocho
niveles de privación
Fuente: Diario La Nación - Ver más sobre Salud Infantil