En la Argentina, se producen cerca de 40 mil muertes súbitas
al año y el 70% de los casos ocurren fuera de los hospitales. Qué hacer en esos
casos y por qué la reanimación cardiovascular puede ser la diferencia entre
salvar una vida o no.
Definida como el deceso de una persona que ocurre
naturalmente y de forma inesperada, independientemente de su edad, dentro de la
primera hora del comienzo de los síntomas, las causas de la muerte súbita y las
cifras varían con la edad.
Según estudios internacionales, en menores de 35 años se
producen una o dos muertes súbitas por cada 100 mil personas que están haciendo
actividad física, debidas mayormente a enfermedades congénitas del corazón. En
mayores de 40 años, en cambio, las estadísticas reflejan que hay una muerte
súbita cada 18 mil personas que están haciendo un deporte, especialmente a
causa de isquemia coronaria y arritmias graves. Por otro lado, la incidencia en
niños oscila entre uno y seis chicos por cada 100 mil al año.
Pese a la característica repentina de estos decesos,
estudios indican que cinco de cada diez pacientes que sufrieron una muerte
súbita tuvieron síntomas previos, como desmayos repetidos, palpitaciones
fuertes y dolores en el pecho. Es por eso que, frente a alguno de estos
cuadros, es esencial recurrir al médico para un chequeo integral.
"Si una persona cae inconsciente de manera imprevista,
lo primero que hay que hacer es llamar al servicio local de emergencias médicas
y comenzar rápidamente las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), ya
que se calcula que por cada minuto de demora, se pierde un 10% de posibilidad
de sobrevida y más allá de los cinco minutos, la probabilidad se reduce
considerablemente", detalló María Valeria El Haj, directora médica de
Vittal, quien también hizo hincapié en que "la RCP puede ser la diferencia
entre la vida y la muerte, por lo cual es fundamental que todos los adultos
realicen el curso de capacitación".
El médico cardiólogo Jorge Tartaglione es el presidente de
la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) y destacó que "en la Argentina
se producen alrededor de 40 mil muertes súbitas al año y el 70% se ocasiona
fuera de los hospitales: en el hogar, en el trabajo, en clubes, en los campos
de juegos deportivos, en lugares públicos e incluso en la calle, hecho estadístico
que transforma a la comunidad no-médica en la primera encargada de atender un
episodio de esta naturaleza".
Y tras destacar que "promover esta fecha (por la Semana
de la Lucha contra la Muerte Súbita, que se lleva a cabo del 21 al 27 de
agosto) es una manera de impulsar constantemente la toma de conciencia",
aseguró que "estar preparados para actuar constituye un acto solidario de
gran envergadura".
Desde sus orígenes, la FCA, pionera en el dictado de cursos
de RCP, promueve la importancia de que toda la comunidad esté entrenada en
estas maniobras y en el manejo de desfibriladores externos automáticos (DEAs),
de manera tal que cualquier víctima de paro cardiorrespiratorio pueda ser
desfibrilada dentro de los primeros tres minutos de ocurrido el episodio. Tras
un paro cardiorrespiratorio, los primeros minutos son vitales ya que por cada
minuto que la víctima pasa sin recibir maniobras de RCP, pierde 10% de
posibilidades de ser reanimado.
Frente a este escenario, los planes de acceso público a la
desfibrilación resultan una herramienta fundamental para cualquier miembro de
la comunidad que deba atender una emergencia.
En ese sentido, El Haj describió cómo actuar ante una
situación de desvanecimiento súbito y cómo realizar las maniobras de RCP:
– Verifique que la escena sea segura para usted ante todo.
Si la víctima no responde y no respira con normalidad (o sólo jadea/boquea)
activar el servicio de emergencias y comenzar la RCP.
– Asegúrese de que la víctima esté tendida de espaldas y
sobre una superficie firme y plana.
– Retire su ropa para dejar el pecho descubierto.
– Colóquese de rodillas de manera perpendicular al cuerpo de
la víctima, ubique la base de una mano en el centro del pecho (sobre la mitad
inferior del esternón) y la otra por encima de la primera.
– Con los brazos firmes y sin flexionar los codos, comience
a realizar compresiones con fuerza, rápidamente y de forma constante (el ritmo
y frecuencia debe ser entre 100 y 120 compresiones por minuto). Deje que el
tórax vuelva a su posición normal. Trate de hacerlo hasta que la víctima se
recupere, o hasta la llegada de la ambulancia. Si es posible, emplee un DEA.
Fuente: Diario Infobae - Ver más sobre Salud Cardiovascular